Luego de la tunda que propinó el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón al aspirante presidencial Enrique Peña Nieto, por sus desaciertos en la FIL de Guadalajara, donde entre tantas cosas le dijo que no es lo mismo el teleprompter que el bote pronto; el funcionario panista asistió a un evento en materia laboral con el gobernador Eruviel Ávila. El trato fue más que cordial, entre el secretario y el mandatario, que por lo que se observa han forjado una amistad desde tiempo atrás. Aún más, Lozano hizo un comparativo entre Eruviel y Peña, y aseguró que el originario de Ecatepec sí tenía ánimo de colaboración con el Gobierno Federal, y los elogios vinieron en cascada, algo impensable durante la administración del atlacomulquense.
Lozano y Eruviel, cuentan off the récord, fueron quienes en los primeros meses del año para concretar una alianza electoral entre el PAN y el PRD para los comicios a la gubernatura mexiquense, cuya candidatura sería para el hoy gobernador. Las negociaciones avanzaron tanto, que en marzo de este año, como el imaginario colectivo recuerda, la candidatura dentro del PRI debió dar un giro para que recayera a favor de Eruviel, y abortar con ello cualquier posibilidad de oposición aliancista. La relación entre Lozano y Eruviel se mantiene hasta la fecha. Y el distanciamiento entre Eruviel y Peña Nieto cada día parece agudizarse severamente.
En la medida en que Peña Nieto ha sido más crítico con las administraciones panistas, en especial con el gobierno calderonista, al cual califica de «oposición»; el gobernador Eruviel Ávila parece caminar en sentido contrario, al reconocer en el trabajo de Felipe Calderón avances y colaboración en el tema de la Seguridad Pública, y ayer al unirse al llamado de aprobar en breve la reforma laboral. Los lances discursivos eruvielistas desconciertan en el círculo cercano del peñismo, donde uno de sus principales críticos es Luis Videgaray, quien salió por la puerta de atrás de la dirigencia estatal del PRI.
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Como dice el refrán: «Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar». En la vorágine que ha caído la imagen personal de Enrique Peña Nieto, por su error en la FIL de Guadalajara, muchos políticos mexiquenses deberían empezar por planear los escenarios a dónde se presentan, sobre todo en quienes mantienen aspiraciones políticas, y no concluyeron siquiera estudios de secundaria o preparatoria, o cuentan apenas con una carrera técnica. No vaya a ser esa la razón por la que queden al margen de las candidaturas, o de los posibles reacómodos en el gabinete de Eruviel Ávila. Y se sientan «castigados» por el sistema.
Mientras que entre los partidos políticos, deberían cuidarse mucho la selección de candidatos. No vaya a pasarles lo mismo que a muchos priístas en 2009, que fueron candidatos por cosas del azar y en zonas tradicionalmente panistas o perredistas, y cuando ganaron la elección no supieron que hacer con el puesto encomendado. Diputados y alcaldes improvisados sobran en el Estado de México, y ya no digamos que no tienen la costumbre por leer, sino que no cuentan ni con la noción de qué hace un legislador aparte de cobrar su dieta, o levantar el dedo en cada votación.
Quienes han tenido o tuvieron el tiempo, en la medida que permanecieron en la banca de la política, y no lo aprovecharon oportunamente; absténganse a buscar de último minuto una oportunidad en la Universidad de Santo Domingo. Aunque no falta cierto grupo político, que no lee, pero sí encomienda a su círculo cercano resúmenes ejecutivos sobre los libros de actualidad, lo que es práctica común entre algunos mexiquenses. Lo cierto es que, quod natura non dat, Salmantica non praestat.
