El ex gobernador Arturo Montiel Rojas está de vuelta, y muy cerca de su delfín político, el hoy precandidato Enrique Peña Nieto. En los últimos tres meses, es la tercera aparición pública donde el ex mandatario -alguna vez acusado de enriquecimiento ilícito- roba escena en un acto de relevancia para los mexiquenses. El montielismo no sólo está de regreso en el gobierno de Eruviel Ávila, la reconciliación ha alcanzado a su alumno más avezado, hoy en la antesala de Los Pinos como virtual candidato presidencial del PRI.
Montiel no podía faltar al registro de Peña Nieto. Los cuestionamientos le parecen menores. Están tan confiados en su maquinaria electoral, y en la popularidad de Peña Nieto, que ya nada les quita el sueño. Atrás han quedado los días más aciagos tanto para Montiel como para Peña, en los meses de octubre y noviembre de 2005, cuando explotó el escándalo de riqueza inexplicable para el primero, y la necesidad del segundo por investigar a su ex jefe, antecesor y tío. Hoy, los tiempos han cambiado, y la vida les sonríe a ambos. El ejercicio pleno del poder los mueve, y parece jugarles a favor.
El montielismo, no hay duda, influye fuertemente sobre Peña Nieto. Ayer se distinguieron entre los presentes a Luis Miranda Nava -acusado de ser prestanombres de Montiel- convertido en el principal asesor político del peñismo. También muy de cerca Ana Lilia Herrera, Carlos Iriarte, Alfonso Navarrete, y por supuesto, Eruviel Ávila. Las redes extendidas por todas partes: legisladores, alcaldes y el mismo sucesor de Peña, son hechura de Montiel. Ese es el grado de influencia del ex mandatario mexiquense, en caso de que Peña llegue a Los Pinos. El poder detrás del trono también operará desde Atlacomulco, y el grupo político que muchos se niegan a reconocer.
Pese a los infaltables elogios de la prensa local, Enrique Peña será a partir de hoy, el blanco de la prensa más aguda. Ungido como precandidato, cualquier discurso, acción u omisión será motivo de crítica. El acto faraónico armado para registrarse como precandidato único, deja de manifiesto que en el PRI nada ha cambiado. El partido que fue hecho para ganar elecciones y para aplastar rivales, está constituido del mismo ADN de 1929, el que fue imbatible durante 70 años, pero que cayó en desgracia hace más de una década. El precandidato así diseñó, planeó y avaló su registro. No hay duda.
Aunque guardando un bajo perfil, Humberto Moreira sigue firme como dirigente nacional del PRI. En medio de la escandalosa deuda que heredó a Coahuila, el presidente priísta evade las acusaciones, y ve en la presidencia del PRI una especie de fuero artificial, para evitar convertirse en un mártir político, en caso de que el panismo -y el aparato de la PGR- procedan en su contra por delitos como falsificación de documento. Pero si hay alguien responsable de que Moreira siga en su encargo, ese es Peña Nieto, quien lo respalda en lo absoluto, para ganarse los afectos de Elba Esther Gordillo.
Para despejar dudas sobre ese respecto, el próximo jueves, en Coahuila toma protesta como nuevo gobernador de la entidad, Rubén Moreira -hermano de Humberto-. Será relevante observar si se hacen presentes tanto Enrique Peña como Humberto Moreira. Los panistas y perredistas locales, ya preparan los misiles, para disparar en contra de la familia Moreira, de cara a los comicios federales de 2012. La semana pues, empieza caliente, y podría terminar en un hervidero, frente a la sucesión de los coahuilenses.