Toluca, Edomex; 14 de mayo de 2025.- Finalmente se fue, renunció. Carlos Eduardo Barrera Díaz cierra una etapa oscura para la rectoría de la UAEMex. La megalomanía lo cegó hasta el último suspiro. En el desahucio de su cargo público, insistió en dejar a la Universidad con finanzas sanas y un ranking envidiable. Aunque los tendederos, las protestas, las arengas estudiantiles y los pliegos petitorios adviertan todo lo contrario. No entendió que no entendió. Su salida anticipada genera un aliento para el desconcierto extendido.
Hay una línea de sospechosismo. El sábado, un grupo de directores afines al barrerismo se pronuncian por reponer el proceso electoral, y a las pocas horas declina Eréndira Fierro. El lunes por la noche, un grupo de consejeros alumnos piden la destitución de Carlos Barrera, y a las pocas horas, renuncia. En política nada sucede por casualidad, y menos cuando se ponen a prueba las lealtades y la subordinación institucional. Ahora resulta que Fierro y Barrera son mártires de la democracia, y claman porque haya más sacrificios o sacrificadas.
Esos mismos directores y esos mismos alumnos, abajofirmantes en los comunicados ya señalados, fueron pieza fundamental para dejar al frente de la rectoría a Isidro Rogel. Si el nuevo rector universitario quiere ganar un centímetro de confianza y cien gramos de legitimidad, hoy mismo debe cimbrar su gabinete en posiciones clave: Rectoría, Administración, Finanzas, Recursos Humanos y Recursos Materiales. Ya no está para darle gusto a nadie. Está para resolver un conflicto engrandecido. Y entregar la estafeta a la primera rectora de la UAEMex.
Llegó el momento de sentarse a la mesa de diálogo. Toda negociación debe basarse en la capacidad de ceder. A nadie conviene posiciones de intransigencia ni de radicalización. De parte de las autoridades universitarias, se hace necesaria una enorme autocrítica frente a la inacción y la falta de empatía y operación política de las últimas semanas. Del lado de la comunidad estudiantil, asumir que no basta con voluntad política para resolver sus males y sus inquietudes. De ambos bandos, reconocer que hay un marco de legalidad que se debe respetar y hacer cumplir.
Del proceso electivo. Es imprescindible también sentar a otra mesa de diálogo a las cinco aspirantes a la rectoría para ganar confianza y lograr entendimiento. No sólo se trata de reagendar la auscultación cuantitativa y la sesión extraordinaria del Consejo Universitario que elegirá a la nueva rectora. Se hace obligatoria cambiar a la Comisión Especial Electoral, la misma que fue un florero en el tiempo que transcurrió el proceso electivo. El propósito es garantizar equidad y transparencia en una contienda que se salió de control por la responsabilidad -o la falta de ella-, del grupo al que pertenece Isidro Rogel. Le tocó asumir el costo político por los errores del pasado inmediato.