La comunidad libanesa estará de fiesta a lo largo del fin de semana. En primer lugar, iniciaron la celebración con el año nuevo judío el pasado miércoles por la noche. Y el próximo lunes, estarán de festejo por el cumpleaños 60 del ex gobernador Emilio Chuayffet, actual Presidente de la Mesa Directiva en la Cámara de Diputados Federal. Además, tiene sentado a su alumno predilecto en la poderosa secretaría General de Gobierno desde el pasado 16 de septiembre. Y uno de los suyos, José Manzur, se quedó al frente de la Junta de Coordinación Política en la Legislatura Estatal.
Sin embargo, la posición de Chuayffet al frente de la Cámara de Diputados no ha sido fácil. Ha tenido que sortear imprevistos como la falta de quórum durante la comparecencia del secretario de Hacienda José Antonio Meade. Los diputados del PRD y del PT le han mostrado que la intransigencia y la intolerancia no son síntomas deseables para la pluralidad política que actualmente vive el país. Ayer, en la sesión de San Lázaro, el legislador Porfirio Muñoz Ledo le increpó su exclusión hacia las minorías en el parlamento, por su negativa a incluir en la orden del día la discusión sobre el reconocimiento al Estado Palestino en la alta tribuna de San Lázaro.
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Una declaración no cayó nada bien entre la clase política priísta. Francisco Rojas Gutiérrez -fiel a las enseñanzas de su tutor Carlos Salinas de Gortari y la frase «no se hagan bolas»- el coordinador de los diputados federales del PRI, abrió la posibilidad de que en el priísmo surja un tercer candidato presidencial, distinto a Enrique Peña Nieto y a Manlio Fabio Beltrones Rivera. ¿En qué estaba pensando el ex director de PEMEX o para quién fue el mensaje de que no haya excesos de confianza? Lo cierto es que Rojas salió del discurso de quienes apoyan al ex gobernador del Estado de México que sostienen la hipótesis de que lo deseable sería una candidatura de unidad con base en las encuestas.
Entre los priístas que brincaron de gusto surgieron dos liderazgos , que con una reputación muy baja, anhelan con dar una sorpresa mayúscula. Fidel Herrera Beltrán -ex gobernador de Veracruz- cuya entidad está hecha añicos por la cruenta violencia que tiene atemorizada a la población, pero que se cree con méritos suficientes para acceder a Los Pinos. Y el otro es Emilio Gamboa Patrón -vinculado con llamadas con Kamel Nacif y tachado de tráfico de influencias- pero cuyas redes podrían conciliar a los grupos más enemistados -peñistas y beltronistas- a partir de lo que ellos denominan la tercera vía, y que por muy descabellada que suene no se descarta.
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Josefina Vázquez Mota ya aterrizó en el Estado de México. Ayer se reunió con empresarios de Coparmex en el municipio de Tlalnepantla. La legisladora con licencia sabe la importancia que tiene el padrón electoral mexiquense con cerca de 10 millones de votantes, de los cuales poco más de 5.5 millones son mujeres. Vázquez Mota, avecindada en Huixquilucan, conoce además la fortaleza empresarial del Valle de México, donde se construyó el corredor azul desde 1996 y que fue pieza fundamental para los triunfos presidenciales de 2000 y 2006. La recuperación del electorado, y la reconstrucción de la maquinaria está en ciernes. Josefina va muy en serio.
Si no quiso ser candidata a la gubernatura del Estado de México fue porque desde un inicio el mismo Felipe Calderón dio por pérdida esa batalla. Josefina Vázquez Mota está convencida que la suya es la contienda presidencial, y que las encuestas la tienen muy por encima de Santiago Creel y Ernesto Cordero. La afrenta de buscar votos en el Estado de México es un mensaje retador para el puntero de las encuesta, que aunque rehuye a los debates, ahora ya ha comenzado a sentir ruido en casa propia. La elección ya está en marcha, y ésta es la madre de todas las batallas, con todo y el respaldo de Felipe Calderón.
