Los “tolucos” están ejerciendo la presión necesaria para alcanzar posiciones de equilibrio al interior del gabinete de Eruviel Ávila Villegas. En el ciclo final de las designaciones, los “tolucos” no quieren quedar fuera de las secretarías general de gobierno y de finanzas, que resultan clave para el ejercicio del poder. Argumentan que esos espacios son parte de la negociación para que Eruviel Ávila alcanzará en el tramo final la candidatura priísta a la gubernatura mexiquense. Por cualquier circunstancia posible, Alfredo del Mazo o Ernesto Nemer ya tienen lista su separación del cargo.
Eruviel Ávila marcará su distanciamiento del gobernador Enrique Peña Nieto. Si le da manga ancha por el simple hecho de su proyecto presidencial, Eruviel sería víctima de esa decisión en el posible caso de que Peña Nieto se convirtiera en Presidente de México. El ex alcalde de Ecatepec sabe que desde ahora debe marcar distancia, ejercer el poder unipersonal y la definición de su gabinete es el inicio de un rompimiento próximo. Así como ganó la candidatura –a base de la amenaza de la traición- de la misma manera parece que ejercerá el poder como gobernador.
El círculo cercano a Eruviel Ávila asegura que los “tolucos” tendrán presencia y espacios, pero como el gobernador electo lo decida, y no dependerá de cómo lo presionen. Eruviel deshoja la margarita de su equipo de trabajo. Muy cerca de él, Erasto Martínez, Isidro Muñoz Rivera y Carlos Cadena evalúan los perfiles de quienes pueden formar parte del gobierno a partir del próximo 16 de septiembre. El 15 de septiembre, todo está listo para su toma de protesta en el Teatro Morelos.
Como todo mandatario entrante, Eruviel Ávila tiene un ex gobernador guía, que lo asesora, que le recomienda y que es un factor de poder. En el caso de Eruviel, su gran consejero es Arturo Montiel, quien está convencido de su regreso a la política, y del reposicionamiento de su equipo de trabajo. Desde su despacho en Toluca, Montiel retoma su papel de operador político, y está feliz de que próxima sea la fecha de su exilio obligado. El sexenio que termina, más allá de lo que él imagino como continuidad a su proyecto, ha sido para él y los suyos una pesadilla.
Entre los políticos más gustosos de que termine el sexenio de Enrique Peña están los operadores del gobierno montielista: Manuel Cadena y Miguel Sámano, quienes avizoran de reinsertarse al círculo rojo del gobernador entrante. Otros que están en lista de espera son Benjamín Fournier, Marco Antonio Nava y Navas, Carlos Rello y hasta Guillermo Ortiz Solalinde, quienes reaparecieron de entre los escombros durante la campaña electoral de Eruviel Ávila. ¡Muera el rey, viva el rey!
En tanto, Enrique Peña Nieto prepara su despedida. En los últimos eventos de gobierno denota un hartazgo. El ejercicio pleno del poder de los últimos seis años lo tiene en la cúspide de su carrera política. Los eventos multitudinarios, los elogios, los aplausos, las porras y la pleitesía se le acabarán en menos de 15 días. El declive del poder es una realidad. Peña entrará a la etapa política que extraña lujos, carece del aparato gubernamental y que se autoexilia en sus recuerdos y la añoranza del poder. Su proyecto presidencial aún es muy lejano en tiempo y espacio.
Los asesores de Enrique Peña siguen planeando el diseño discursivo que mantenga vigente a su jefe, sin que se note que está haciendo precampaña. De septiembre a diciembre, el gobernador saliente tendrá un silenciamiento obligado, mientras que su competidor priísta Manlio Fabio Beltrones seguirá siendo senador, y podrá explotar al máximo su exposición en medios. Beltrones está en lo suyo, el lunes con Andrea Legarreta, ayer con Juan José Origel. Su imagen empieza a crecer, y sus bonos electorales en la bolsa de valores, han comenzado a incrementarse.