Toluca, Edomex; 11 de agosto de 2023.- En apenas treinta días, Alfredo Del Mazo deberá presentar su sexto y último informe de gobierno. Será un acto simbólico, marcado por dos bandos del priísmo local que se mantienen confrontados hacia la recta final del sexenio. El último mensaje político deberá mostrar un balance de su gobierno, un reconocimiento al triunfo morenista en los comicios recientes, y lo más esperado: encontrar pistas sobre su futuro personal, que pueda marcar su permanencia en el PRI, el partido en el que militaron su abuelo y su padre, y del que dice sentirse orgulloso, todavía.

En el espectro del priísmo local hay dos posturas: por un lado, quienes le reconocen como su jefe político y su vocación democrática para dar paso a la alternancia electoral con el ascenso de Delfina Gómez. Por otra parte, quienes le atribuyen la responsabilidad completa de la derrota del 4 de junio, y se quejan entre otras cosas, de la exclusión de grupos políticos, de los desaciertos de su gobierno y de una “entrega” pactada de la administración estatal.

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Toluca no está llena de vida. Raymundo Martínez se olvidó muy rápido de las promesas de campaña. El gobierno municipal no está pie a tierra, porque simplemente no asume que ha cometido errores. Hay una creciente inconformidad social, ya sea por los parquímetros, por el deterioro de las calles, por la rampante criminalidad. La ciudad capital no cumple con las expectativas del estado más poblado del país. Hay graves problemas que se pretenden invisibilizar bajo el pretexto de una confrontación política adelantada.

El PRI ha perdido el poder político en dos ocasiones: la oleada del panismo que emergió a principios del siglo XX; y la marejada morenista de hace seis años. La ciudadanía le dio una doble oportunidad al priísmo, y en cada ocasión, dilapidó su bono electoral. La legitimidad que ha perdido en las calles, Raymundo Martínez ha pretendido recuperarla a partir de un simulado clamor social, desde los burócratas de la capital mexiquense convocados en cada crisis política. No sólo hay falta de autocrítica, se apuesta al autoengaño. Algo no anda bien.

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La Legislatura del Estado de México entrará en un proceso de amplia negociación. El ascenso al poder de Delfina Gómez implicará un paquete de reformas legales que van más allá de cambiar el nombre de secretarías, eliminar algunas o crear otras. La alternancia electoral implicará establecer otros criterios como la austeridad presupuestal, desde el marco legal de la entidad. La bancada morenista no pretende el mayoriteo parlamentario, apostará por el consenso y tiene para ello, la buena voluntad de casi todas las fracciones legislativas.

Lo cierto es que, cualquier modificación estructural en el entramado del gobierno mexiquense, como por ejemplo la Ley del Issemym, deberá esperar más tiempo. Quizá una vez que transcurran las elecciones del 2024, se pueda pensar en los ajustes más consistentes de la organización del gobierno; por ahora no es recomendable asumir costos políticos cuando se juega la sucesión presidencial.

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