Toluca, Edomex; 11 de junio
de 2025.- Morena no puede estar satisfecho con el millón 600 mil de electores
que participaron en los comicios judiciales. La cifra es semejante a quienes
votaron en la revocación de mandato lopezobradorista, realizada en abril de
2022, cuando por cierto para ese momento, en el Estado de México todavía
gobernaba el priísmo. A pesar del discurso triunfalista, en el proceso de
autocrítica, se debe asumir que la tarea fue insuficiente para alcanzar una
votación más copiosa en el estado más poblado del país.
A tres años de distancia
de aquella revocación de mandato, se deben considerar el control del aparato de
gobierno, el crecimiento en el padrón electoral y una mayor vinculación
clientelar, que no se reflejó en las urnas. Es cierto, hubo una menor difusión
que una elección tradicional, una complejidad en el proceso de votación y pocos
incentivos para salir a votar. Ese millón y medio de electores ya lo quisieran
los panistas y perredistas que han sido desdibujados elección tras elección
desde hace diez años.
En ese ejercicio de
evaluación, los morenistas también avanzan en el proceso de afiliación. Lejos
están de las metas programadas por el partido guinda. Y es que, muchos de
quienes trabajan incluso en gobiernos morenistas en mandos medios y superiores,
no han completado su registro al partido en el gobierno. A la dirigencia le
hace falta ascendencia política y el respaldo necesario desde las estructuras
de poder.
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Han pasado prácticamente
seis meses de que arrancaron las nuevas administraciones municipales. A pesar
de la crisis con que muchos recibieron las finanzas de sus Ayuntamientos, hasta
el momento no hay una denuncia u observación que haya resultado en un proceso
administrativo en contra de los exalcaldes que terminaron sus funciones el
pasado 31 de diciembre. Los pasivos heredados han complicado la operatividad de
los gobiernos locales, mientras los presidentes municipales saliente gozan de
absoluta impunidad.
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Pensar que desde Huixquilucan
puede el PAN volverse competitivo a nivel estatal, es un absoluto despropósito
electoral. En el diagnóstico, en medio centenar de municipios mexiquenses, el
panismo carece de presencia territorial y no competiría ni por el tercer lugar en
las urnas. De ese tamaño fue el fracaso de su alianza con el PRI, aunque haya
ganado una senaduría con los votos priístas. Perdió votos de forma acelerada, la
militancia se esfumó por la concentración de poder en el partido y se extravió
ideológicamente.