Hace seis años, en el marco de los informes municipales, los entonces alcaldes –entre quienes se encontraba Eruviel Ávila como alcalde de Ecatepec en su primer mandato- desplegaron una serie de elogios al entonces gobernador saliente Arturo Montiel Rojas, quien se presentaba ante la opinión pública como un aspirante presidenciable fuerte, creador de la Conferencia Nacional de Gobernadores y quien se convirtió en el abanderado del famoso TUCOM (Todos Unidos Contra Madrazo) en el que se encontraban Tomás Yarrington, Enrique Martínez y Martínez, Manuel Ángel Núñez Soto y Enrique Jackson. La aventura electoral por todos conocida, terminó en desgracia.
Han pasado ya casi seis años del escándalo que involucró al ex gobernador Montiel con presunto enriquecimiento ilícito y él debió permanecer a lo largo de este tiempo en el ostracismo. En un autoexilio político para no afectar la imagen del mandatario Enrique Peña Nieto, en su aspiración presidencial, Montiel es un operador político que teje fino en las entrañas de la política mexiquense, quien lo dude, basta despejar dudas con la nominación de Eruviel Ávila como futuro gobernador de la entidad, que para muchos significa el retorno del montielismo.
Hoy, a seis años de distancia, los alcaldes que rinden sus informes de gobierno han empezado la serie de destapes a favor de Enrique Peña Nieto, el quinto de la dinastía Atlacomulco que sueña con alcanzar la silla presidencial de Los Pinos. En el escenario público se observa como el puntero de las encuestas, y el candidato a vencer tanto al interior como al exterior del priísmo. En su círculo cercano se le considera ya un presidente de facto. Aunque en los corrillos políticos permanece vigente la amenaza de un escándalo que lo derribe como paso con su antecesor, cuando se encumbraba en la carrera presidencial frente al fallido candidato Roberto Madrazo.
Antes fue Carlos Hank González, impedido por la nacionalidad de su padre de origen alemán, motivo por el que ni siquiera hubiera podido ser candidato en su momento. Le siguió la aspiración de Alfredo del Mazo González, quien se quedó en el camino del dedazo del entonces presidente Miguel de la Madrid, que a la hora buena se decidió por Carlos Salinas de Gortari. En las vísperas de la alternancia, levantó la mano el entonces poderoso secretario de Gobernación, y ex gobernador mexiquense, Emilio Chuayffet, pero la matanza de indígenas en Chiapas, asesinó de tajo su aspiración política. Y el más reciente, Arturo Montiel, señalado por su inusitado crecimiento en la riqueza patrimonial. Dicen que no hay quinto malo. ¿Será?
Cuando faltan 41 días para que el gobernador Enrique Peña Nieto deje el cargo, sobran los comentarios que aseguran que una vez entregada la estafeta a Eruviel Ávila; el originario de Atlacomulco se convertirá en mortal. Será un periodo de alta vulnerabilidad para Peña Nieto, y blanco de tempestades y escándalos políticos. Aún más, perderá el escenario político que le da hasta hoy ser gobernador y aparecer noche a noche en el noticiero estelar de Televisa, a base de cañonazos monetarios producto de convenios publicitarios. El descenso del poder, o el declive de éste, es lo que acrecienta los temores sobre la presunta guerra de lodo, que desde hace ya más de dos años ha venido anunciando Luis Miranda Nava, para curarse en salud propia y de su jefe.
Manlio Fabio Beltrones es quien más se frota las manos frente a la posibilidad del escándalo. Muchas miradas señalan que el golpeteo hacia Peña Nieto puede venir de dos dependencias clave en el Gobierno Federal: La PGR, con todo y sus fiascos, a cargo de Marisela Morales, que pudiera revivir la denuncia contra Arturo Montiel, y señalar de forma indirecta a Peña Nieto. O bien, la SHCP, cuyo titular, Ernesto Cordero, también aspira a la Presidencia de la República, pero posee información privilegiada sobre movimientos bancarios, evasión de impuestos y demás conjuras políticas que podrían echar por la borda la promoción personal de un sexenio.
