Toluca, Edomex. 8 de junio de 2016.- La realidad electoral del Estado de México parece muy distinta a la que sufrieron otros estados dominados por el PRI hasta el pasado domingo. Aquí es la tierra natal del presidente Enrique Peña, y donde sus bonos se mantienen en un ánimo positivo. A esa condición se suma, la aspiración personal de Eruviel Ávila como precandidato presidencial, lo que obliga al ecatepense a tener un resultado favorable en los comicios. Sólo de pensar en un descalabro, al Grupo Atlacomulco se le enchina la piel.
Cada que las encuestas de aprobación reflejan la desaprobación hacia Peña Nieto, la estrategia es la misma para sus operadores. El originario de Atlacomulco pisa territorio mexiquense bajo cualquier pretexto. El Estado de México es la entidad más visitada por Peña y no es casual. Aquí se invierten carretadas de dinero en infraestructura y programas sociales. La clase gobernante asume en el mandatario su líder moral y político. Frente a esa condición, nadie puede pensar en traiciones, rupturas y mucho menos derrotas.
Del lado de Eruviel, sobran las voces que fortalecen la idea de que pueda convertirse en candidato presidencial. Es bajo los resultados del domingo, el gobernador más fortalecido ante la derrota inesperada. Beltrones y Videgaray parecen segregados por el fracaso electoral de 2016. Nuño y Meade parecen incapaces de despegar. Osorio también es parte del descalabro del domingo como titular de Gobernación. En esa ecuación, sus afines ven que Eruviel ganó entre los responsables de la derrota.
El futuro político de poco más de sesenta alcaldes, y sesenta diputados federales y locales, depende de retener el poder priísta en el Estado de México. Si todavía hay una mínima esperanza por conservar la Presidencia de la República será a partir de la fuerza electoral mexiquense. La estructura electoral más organizada y amplia es la priísta de la entidad. Sin embargo, la oposición aquí ha hecho trizas al imperio tricolor en elecciones presidenciales como la de 2000 y 2006. El triunfo no será una cosa sencilla, pero en eso han comenzado a trabajar.
Un factor que puede favorecer al priísmo es el entreguismo de la oposición. Aquí el PRI mantiene sus principales aliados en figuras como el panista Ulises Ramírez, las tribus perredistas acostumbradas a pactar, y hasta el mismo alcalde de Texcoco, el morenista Higinio Martínez. Las componendas superan cualquier discurso férreo opositor. El mantenimiento del establishment para la oposición transita por la posibilidad de entregar el poder al oficialismo priísta.
El humor social está por los suelos. La condición económica no tiene posibilidades de mejorar en los próximos 20 meses. La criminalidad no se ha logrado contener. En el gobierno federal prevalece una falta de autocrítica. Las crisis políticas no se han resuelto: Ayotzinapa, Casa Blanca, Tlatlaya y Xochicuatla son facturas pendientes. Las expectativas del gobierno fueron elevadas y hasta hoy reflejan necesidades insatisfechas o incumplidas. Ahí están los factores de riesgo para reflexionar en una eventual y remota, pero no imposible derrota del PRI en el Estado de México.
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