Toluca, Edomex; 7 de
mayo de 2025.- La vida interna de la UAEMex ha encendido focos de alarma en el
más alto nivel gubernamental del Estado de México. La crisis política por la
que atraviesa la institución ya rebasa la autonomía ante la impericia de
quienes hoy gobiernan la máxima casa de estudios. Hubo decenas, quizá cientos
de señales, que la tensión de las campañas electorales se podía salir de
control, y ocurrió. La toma de la rectoría es la consecuencia y no la causa.
Desestimar y criminalizar la lucha de los estudiantes fue un error sistemático
que hoy ha tocado fondo para las autoridades universitarias, cuando falta una
semana para la elección de rectora.
Alguien imaginó que la
campaña por la rectoría podría tener el derroche de recursos y no pasaría nada.
Alguien pensó que la elección por la rectoría podía llenarse de frivolidad y no
pasaría nada. Alguien maquinó que se podrían instrumentar campañas negras en respuesta
a la inequidad y no pasaría nada. Alguien creyó que la mejor forma de ganar
esta elección era ignorar a las voces inconformes y no pasaría nada. Alguien confundió
la autonomía y el autogobierno con la voluntad personal y no pasaría nada.
Alguien ideó que la mejor forma de resolver la elección era dejar el problema
en manos de la rectoría y abstraerse como gobierno y no pasaría nada. Y hay
quien todavía minimiza la toma de rectoría porque está cegado de poder. Los
resultados están a la vista.
Desde la semana pasada,
la rectoría universitaria tenía conocimiento de que el movimiento estudiantil
crecía como bola de nieve. No hubo una sola voz que atendiera a los alumnos
universitarios. Hubo sí, todavía, un sector de la comentacracia que criminalizó
la protesta; y recurrentemente la minimizó. La justicia social se alcanza
cuando se reconocen las legítimas demandas de la población, así representen al
1 por ciento de la misma. No sólo no hubo diálogo, existió el desafío de
continuar clases en línea para desconocer al paro estudiantil. Se pretendió
deslegitimar las votaciones de alumnos. La ambigüedad comunicativa desde el
escándalo del audio del rector ha sido la chispa del cerillo en galones de gasolina
derrochada durante dos meses de proceso electoral.
Tanto fue el desdén de
la autoridad universitaria a la marcha estudiantil programada ayer, que todavía
mantuvieron agendadas las jornadas de auscultación cualitativa en el edificio
de rectoría. Calcularon que sólo protestarían unos minutos y los estudiantes se
irían a sus casas. Entrada la tarde, cuando el conflicto había escalado inusitadamente,
decidieron mover ese ejercicio al Edificio Administrativo, donde cumplieron con
las fases del proceso electoral.
Otro asunto altamente
cuestionable es la Ley mordaza impuesta en las bases de la convocatoria hacia
las aspirantes a la rectoría, quienes no han podido fijar posición del
conflicto estudiantil porque de hacerlo, violarían la veda electoral impuesta
desde la cúspide del poder. Ahí, la comunidad universitaria también podría
evaluar la estatura moral de las aspirantes, por encima de ver quién tiene la
mejor vestimenta, o la mejor producción en sus redes sociales.
En Palacio de Gobierno
se ha pecado de omisión en varias ocasiones durante distintos asuntos sociales.
Ésta no ha sido la excepción. Ser un gobierno de izquierda no puede rayar en la
negligencia. La estabilidad de la UAEMex es un asunto de gobernabilidad. Romantizar
la autonomía para desentenderse de su responsabilidad política es un craso
error. Que no se nos olvide, el funcionamiento de la UAEMex es producto del
presupuesto público. Quienes ahí despachan y laboran son funcionarios, sujetos
al escrutinio social, pero también a la legalidad de toda institución pública.