Toluca, Edomex; 6 de
junio de 2025. En una elección tradicional, los votantes tienen un sinfín de
incentivos de identidad partidista, clientelismo electoral, responsabilidad
cívica y proximidad política, que fomentan la participación social. Para la elección
del domingo pasado, los electores no encontraron los motivos necesarios o
suficientes para salir a elegir a sus ministros, jueces y magistrados. Ahí está
uno de los principales desafíos hacia las elecciones judiciales, que permita
fortalecer la votación en futuros ejercicios.
Los votantes tuvieron
pocos elementos de información para distinguir qué cargos se iban a elegir, y
cómo estos afectan su cotidianidad. Mucho más complejo fue identificar y
contrastar los perfiles de las candidaturas, o bien, las propuestas de la
campaña electoral de quienes aspiraban a los cargos de elección disputados. Las
y los candidatos tuvieron canales de difusión limitados. Las redes sociales tienen
sus mayores limitaciones en los algoritmos con que permiten alcanzar a las
audiencias, segmentadas por cuestiones geográficas o afinidades personales.
Más allá de la escasa
participación electoral, lo que se debe analizar en el corto plazo es enmendar
los errores de una elección inédita. La democratización del Poder Judicial no
puede traducirse en la politización o partidización de sus integrantes. La
búsqueda de una justicia más cercana y más eficiente no puede traducirse en una
amenaza a la división de Poderes. Los cambios legales ya fueron ejecutados, y
ya fueron practicadas las primeras elecciones. La mayor evaluación vendrá con
las personas electas y su desempeño en el ejercicio de sus funciones como ministros,
magistrados y jueces del nivel federal y local.
Lo que no debe dejarse
de lado, es como en toda elección, la vocación cívica de quienes participaron
como funcionarios de casilla. Ahí estuvieron ciudadanos que, sin tener un
estímulo económico u otro tipo de incentivo, fueron parte organizativa de la
elección para recibir los millones de votos. La democracia mexicana, a pesar de
sus carencias y sus negativos, ha consolidado su confianza a través de la
presencia social en las casillas electorales. Más allá de filias y de fobias
políticas, los ciudadanos acudieron al llamado de ser parte de la elección.
La elección judicial ha tenido
saldos políticos irremediables. Quienes la defienden y la observan como un ejercicio
democrático exitoso. Quienes la critican y le acuñan una imposición del grupo
en el poder político. Lo que prevalece es una perniciosa polarización
partidista, que no está dispuesta a ceder en sus posiciones. Hace mucha falta que,
los actores políticos tengan un mínimo grado de autocrítica y de tolerancia
partidista, para construir una mejor democracia en las futuras elecciones. De
lo contrario, sólo habrá una mayoría que se imponga, y una minoría que se
oponga a todo, sin ser tomada en cuenta.