Toluca, Edomex. 3 de agosto de 2015.- Que nadie de por muerto a Raymundo Martínez Carbajal en el entramado político de Eruviel Ávila. Luego de que el exsecretario de Educación fuera segregado de la coordinación legislativa del PRI en el Congreso local, el futuro de Raymundo se concentraría como diputado local pero además como eventual dirigente del PRI en el Estado de México. La salida de Carlos Iriarte parece formalizarse durante el mes de septiembre cuando ya sea diputado.
Ese sería el último enroque que requiere Eruviel para llegar fortalecido a su cuarto informe de gobierno. Ávila sabe que ha llegado el momento de apuntalar a su grupo político. El grupo Ecatepec parece tener el control estratégico del gabinete: Finanzas; Infraestructura y Desarrollo Urbano. Y desde dos aliados del eruvielismo: Cruz Roa y Raymundo ejercerá su propia hegemonía en la legislatura local y en el PRI mexiquense. Al menos, esa es la apuesta de Eruviel pero falta por determinar si desde Los Pinos avalan esa jugada que parece estratégica.
Ávila quiere controlar el proceso sucesorio, algo que se antoja prácticamente imposible sin la injerencia de otros exgobernadores. Peña, Montiel, Chuayffet y Del Mazo siempre parecen influyentes en la toma de decisiones, particularmente de la gubernatura más importante por el número de habitantes, por su oneroso presupuesto y ahora también, por su empoderada clase política. La elección por la gubernatura mexiquense será sólo la antesala del grupo Atlacomulco por imponer sus condiciones en la elección presidencial de 2018.
En 27 días, Enrique Peña Nieto enfrentará por su parte, su tercer informe de gobierno en medio de un desgaste de poder inconmensurable. Las cifras de aceptación a su mandato se reducen a 34 ciudadanos de cada 100. La fuga de “El Chapo” Guzmán ha incrementado el rechazo y las opiniones negativas al mandato del priísta. En la gestión de crisis, hasta ahora no existen indicios de cambios prontos ni sustanciales en su círculo más cercano. En el escritorio de Peña Nieto se han comenzado a analizar también lo relevos del PRI nacional, pero no hay nada definitivo respecto de su gabinete.
Aurelio Nuño, Murillo Karam y César Duarte encabezan las apuestas para reemplazar a César Camacho. El joven Nuño representa el rostro joven que muchos habrían leído en el discurso de Enrique durante el encuentro nacional que sostuvo con la estructura priísta hace más de una semana. Murillo cuenta con toda la confianza personal de Peña, si se considera que el hidalguense fue el delegado del PRI en la entidad, cuando el hoy presidente contendió por la gubernatura mexiquense. Duarte empuja más atrás pero con posibilidades.
Lo que parece hoy contener entrampado a Peña es la sucesión de 2018, a tres años de distancia. En la primera mitad de su mandato concedió un empoderamiento a Miguel Ángel Osorio y Luis Videgaray, hoy con acumuladas opiniones negativas, uno por la fuga del Chapo Guzmán, otro por la inminente devaluación del peso. Todo apunta a que se deberá reinventar su proceso sucesorio y mirar al interior de su gabinete para actuar con el pragmatismo que muchos le achacan, y otros tantos le aplauden al atlacomulquense.
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