Francisco Ledesma / Una elección, no imposición
La elección de rectora de la UAEMex llega dos meses después de lo programado originalmente, porque los planes de la sucesión uaemita colapsaron cuando se ejecutaron acciones que deliberadamente apuntaban a una imposición. Por lo tanto, en un momento crucial -que ha modificado las reglas de la elección-, se vuelve prioritario evitar la tentación de la coerción, la manipulación y la amenaza como método para invitar al voto y ganar bajo las mismas prácticas que previamente se criticaron. El llamado debe ser a una democracia activa.
En más de una ocasión, en esta misma columna, cuestioné el proceso electivo que marcaba una preferencia a favor de Eréndira Fierro, porque eso implicaba legitimar una deteriorada calidad de la democracia. Por fortuna, el paro estudiantil evitó la unción de la aspirante oficialista, lo que abrió la puerta a un voto libre y secreto de la comunidad, que decidirá a través de un voto universal mediado a quien será la primera rectora uaemita. La decisión no está tomada.
Durante meses se especuló que Eréndira Fierro no sólo era la candidata del exrector, sino que había sido palomeada por estructuras del poder público. Una versión difícil de creer, frente a las impericias que hicieron naufragar la candidatura erendirista; más aún, cuando sólo respaldaron su postulación funcionarios de segundo rango. Imposible pensar que, si hubiese sido una decisión asumida en el despacho principal de Palacio de Gobierno, sucumbiera de forma tan sencilla. La narrativa se estampó con la realidad de los hechos.
La gobernadora en turno no tiene interés de influir en la elección de la UAEMex. Y tampoco ha dejado que quienes le hablan al oído, incidan en una institución autónoma. El régimen morenista puede gustar o no, pero ya ha mostrado nuevas formas de hacer política; aunque algunos añoren las candidaturas de unidad y las promuevan en la víspera de la jornada electoral universitaria.
En medio de la veda comicial y ante la imposibilidad de las aspirantes de reaparecer en la escena pública, no dejan de sorprender las campañas negras que se han soltado en redes sociales entre las aspirantes a la rectoría. La elección universitaria ha entrado en una contienda política, en la que se instalan campañas de contraste, y otras campañas negras que resultan inverosímiles, o que difícilmente determinarán el sentido del voto de la comunidad.
Hoy la UAEMex ha comenzado un nuevo horizonte, en la medida que tiene ante sí, la posibilidad de elegir libremente y ha otorgado un peso preponderante a los estudiantes. En consecuencia, ha desmontado una estructura de poder que se sentía intocable, aunque haya un sector de la burocracia dorada esperando la línea del Poder Ejecutivo, o blofeando, en favor de que esto ya ocurrió. Y si fuese esto posible, por qué tanto desasosiego frente a la elección del 15 de julio.
El poder de decisión está en estudiantes, docentes y administrativos. En una elección histórica porque ha elevado la calidad de su democracia, hay elementos que dificultarán su participación: entre ellos, se cuentan 21 espacios académicos en paro estudiantil y diez escuelas preparatorias en donde los estudiantes ya están de vacaciones. La votación deseable, deberá ser copiosa y transparente.
Ahí, donde prevalece una primavera uaemita -enarbolada por el Enjambre Estudiantil Unificado- que pudiera hacer la diferencia si se deciden a votar, a romper las estructuras de poder, a participar y a legitimar a la primera rectora, porque este segundo intento de elección, ya no tendrá marcha atrás.
Y será la rectora, quien asuma el cargo el 17 de julio, quien tome el mando universitario, quien reciba el Pliego Petitorio General y comience una ruta de reconciliación y de solución a un conflicto que surgió por la ambición de poder; y otro intento de imposición, no sería ni por asomo, la puerta de salida.
La tenebra
En la próxima entrega de esta columna, habrá por fin, humo blanco en el edificio del Instituto Literario.