Ricardo Moreno
La oposición ha regresado —y con fuerza— a montar otra campaña de desprestigio contra el Gobierno, contra Morena y contra quienes militamos en este movimiento. Hoy su narrativa se centra en el acuerdo que Ovidio Guzmán habría hecho en una corte estadounidense para obtener supuestos beneficios penitenciarios, bajo el argumento de haber incriminado a funcionarios del Gobierno y miembros del Ejército mexicano.
Con base en esa especulación han construido toda una retahíla de mentiras y una supuesta “crisis” en las más altas esferas del poder. Se les olvida, claro, a los comentaristas y opinadores al servicio del PRIAN —nostálgicos de los millones que recibían en aquellos tiempos— algunos hechos fundamentales que desmontan su fantasía.
Primero: Ovidio Guzmán fue extraditado a Estados Unidos por este mismo Gobierno. Así que el cuento de que “el nerviosismo” invade a los altos mandos del Gobierno mexicano se desmorona por sí solo.
Segundo: la ley estadounidense sobre testigos protegidos, que podría aplicarse a Ovidio, exige que para acceder a mayores beneficios el inculpado proporcione información sobre sus superiores jerárquicos en la estructura criminal. Es decir, tendría que delatar a quienes lo mandaban dentro del cártel… y Ovidio operaba bajo las órdenes de su padre y de su organización desde hace más de una década.
No olvidemos que fue precisamente durante los últimos gobiernos del PAN y del PRI cuando la guerra contra el narcotráfico nunca tocó al Cártel del Pacífico ni con el pétalo de una rosa. Mientras otros grupos eran diezmados, el de “El Chapo”, “El Mayo” y “Los Chapitos” convivían en una aparente paz con el Estado.
En ese contexto, quienes deberían estar realmente nerviosos son otros: los funcionarios del calderonismo y del priismo, con nombres como Genaro García Luna y Cárdenas Palomino ya presos y sentenciados en cárceles estadounidenses. Todo indica que las declaraciones de Ovidio apuntarán hacia ese pasado oscuro.
No es nuevo que los delincuentes intenten salvarse culpando a otros, pero esas farsas siempre caen por su propio peso. Así pasará con los deseos —más que verdades— de los anti-Morena que insisten en confundir sus mentiras con la realidad.
El pueblo mexicano ya sabe que las complicidades del narcotráfico con el poder vienen de décadas atrás, y que precisamente eso contribuyó a la caída de la derecha. Porque escupir al cielo, tarde o temprano, trae consecuencias.
Por cierto: lo pactado entre Ovidio y el Gobierno estadounidense no lo conocemos y quizá no lo sabremos del todo, porque seguramente también involucra a autoridades norteamericanas. El tráfico cruza en ambos sentidos y las complicidades también.
Que no nos engañen: las viejas mañas del PRIAN ya no pasan.