Redacción
El precandidato presidencial Enrique Peña Nieto impuso su mayoría a través de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados -que coordina el mexiquense Francisco Rojas Gutiérrez- para dictaminar la aprobación de la reforma política con la exclusión de la reelección de legisladores federales y locales; así como de presidentes municipales como lo planteó la iniciativa avalada en abril pasado, impulsada en su momento por el senador priísta y también aspirante presidencial, Manlio Fabio Beltrones.
En una discusión que se mantuvo congelada por cinco meses, la comisión de Puntos Constitucionales aprobó el predictamen de la reforma política, que incluye la posibilidad de las candidaturas ciudadanas, pero que no podrá ser aplicable en los comicios de 2012, luego de que la fracción priísta afín a Peña Nieto postergara el debate para evitar reformas electorales que pudieran tomar vigencia durante el proceso en que el ex gobernador mexiquense se avizora como abanderado del PRI y puntero de las preferencias en las encuestas.
Otros de los elementos que incluye la reforma política que avanza en San Lázaro contempla la iniciativa ciudadana, iniciativa preferente, mecanismos de sustitución del presidente de la República en caso de falta absoluta, la consulta popular; y en el caso de ésta última se dará su primer ejercicio una vez aprobada la reforma para indagar a la ciudadanía sobre la reelección de diputados, federales y locales, así como de alcaldes. En el fondo, Peña Nieto le ganó la partida a Beltrones, impulsor de la reforma política.
En términos prácticos, la oposición de los diputados priístas a la reforma beltronista, era la exclusión de la «cláusula de gobernabilidad» impulsada por Peña Nieto, que otorga la posibilidad de generar mayorías legislativas a favor del Poder Ejecutivo cuando se obtenga un porcentaje mayor al 40 por ciento dentro de las elecciones. No obstante, Beltrones ha propuesto dar un viraje hacia gobiernos de coalición entre el sistema de partidos que dan sentido al régimen político del país. Fue ahí, el inicio del encono por sacar adelante la reforma política entre los aspirantes presidenciales priístas.
El diputado Víctor Humberto Benítez Treviño -símbolo del hankismo- y ex secretario general de gobierno con Peña Nieto- fue de los principales opositores a la reelección, al argumentar que sería abrirle la puerta a las dictaduras; aunque en esencia, dentro del priísmo existen opiniones encontradas como un preludio de lo que será la contienda interna por definir a su candidato presidencial: Peña Nieto o Beltrones.
Aunado a la disputa interna del priísmo, el proceso legislativo también se vio empañado por la indefinición de la legisladora perredista Dina Herrera Soto. La votación al interior de la Comisión de Puntos Constitucionales fue de 14 votos de diputados del PRI en contra de la relección de diputados federales, senadores y presidentes municipales, en una reñida decisión, luego de que el PAN, PRD y PT sólo sumaron 13 posiciones en favor.
En la aprobación del dictamen de reforma política, se dejó que la relección de legisladores y ediles se resuelva en la primera consulta popular.
La diputada Dina Herrera fue presionada por el panista Alberto Becerra Pocoroba y el priista José Ramón Martel (quien no forma parte de la Comisión), quienes durante la votación se sentaron cada uno a sus lados y, en última instancia, ella decidió abstenerse, lo que inclinó la decisión hacia el PRI.