Francisco Ledesma / Los Alitos Azules
El Partido Acción Nacional ha anunciado un relanzamiento de su imagen, cuya estrategia parece más un acto de mercadotecnia que una construcción ideológica; se trata más de un evento simbólico que una acción de autocrítica reflexiva; y se instala más como una simulación mediática que una operación determinada para refundar sus formas de
presentarse como oposición.
Si algo distinguió al panismo del siglo veinte, era asumirse como una oposición al régimen priísta; en cuyos ideales doctrinarios, se pretendía establecer como una institución del bien común, de la democracia participativa y de un libre mercado para la economía nacional. Un partido identificado con la derecha.
Durante la última década, el PAN perdió el rumbo de sus causas políticas y sociales, secuestrado por una camarilla de neopanistas que carecían de la formación doctrinaria que distinguió al partido desde sus orígenes. Las malas decisiones del centro se trasladaron a los estados de la república.
La defenestración política del panismo transita por abusos y excesos cometidos por sus gobiernos en el ejercicio del poder público, muy semejantes en su comportamiento a lo que tanto criticaba del priísmo, con cuyo partido terminó coaligándose en un acto desesperado por volverse competitivo electoralmente.
Para tener una dimensión clara de su derrota moral -más allá de lo electoral-, se puede resumir que hoy el panismo mexiquense sólo gobierna Huixquilucan, Atizapán de Zaragoza y Metepec, desde cuyas posiciones políticas resulta impensable e imposible competir por la gubernatura para el 2029.
Hoy, el PAN nacional plantea un relanzamiento de la marca, pero con los mismos responsables de la mayor debacle panista en su historia. De haber sido un partido testimonial, el panismo consiguió una histórica alternancia electoral en la Presidencia de la República en el año 2000, lo que significó un avance territorial en entidades y municipios controlados por el priísmo antagonista.
Sin embargo, las decisiones de los últimos años, derivaron en que el PAN se desdibujara entre el electorado en municipios como Toluca, Tlalnepantla, Coacalco, Cuautitlán y Zinacantepec, en donde alguna vez gobernó, y hoy simplemente ha desaparecido del imaginario colectivo del votante.
En la medida que fue perdiendo territorio y anulando la posibilidad de postular candidatos, perdió el impulso necesario para formar cuadros, construir liderazgos y mantener una militancia cautiva en sus otrora bastiones electorales. Recuperar esa expectativa, es un desafío que pasa necesariamente por quitar el poder unipersonal que se ha instalado en el PAN durante las últimas dos décadas, primero bajo el mando de Ulises Ramírez, y hoy, con Enrique Vargas.
Ningún partido político puede ser propiedad de un solo hombre, más aún cuando los resultados electorales son deplorables para las prioridades de su militancia. El relanzamiento del PAN debe fijarse en el horizonte la necesidad de reinventarse desde su núcleo político, porque de nada sirve aspirar a una afiliación genuina de los votantes, si en la toma de decisiones se asumirá que las presidencias municipales pueden manejarse como un régimen monárquico.
El país, hoy requiere de una oposición articulada en su discurso, más allá de liderazgos que apelan a lugares comunes para denostar al partido en el gobierno, una oposición por encima de arengas que se lanzan como gritos de guerra en sus mítines con los afines, pero que terminan por claudicar frente a las selfies y las carcajadas con los morenistas que hoy gobiernan.
El PAN está obligado a reivindicarse como oposición, pero con liderazgos preparados política, académica y moralmente. No por la fuerza de la imposición y el control político o financiero que se ejerce desde el poder público. Se trata de incidir en un relanzamiento partidista dispuesto a todo, incluso a sacudirse dirigencias responsables de las derrotas recientes. Los Alitos Azules son parte del problema, y no de la solución.
La tenebra
Los ajustes del gabinete delfinista no dejaron satisfechos a nadie, ni a los de casa.
