Francisco Ledesma / ¿A quién le conviene extender el paro estudiantil?
Más allá de las
legítimas demandas del movimiento estudiantil que hoy mantiene el paro en distintos
espacios académicos de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), entre
los muchos escenarios que se dibujan en el corto y mediano plazo de la casa de
estudios, debe asumirse que -paradójicamente- a quien más conviene la parálisis
institucional es al exrector Carlos Barrera Díaz y su equipo de colaboradores,
hoy enquistado en la toma de decisiones o en la ausencia de éstas, para no entregar
el poder de su autogobierno.
El ascenso de Isidro
Rogel ha confirmado una estrategia sistemática, porque se trata de un
interinato que genera suspicacias e incertidumbre; y siembra un discurso de
ambigüedad para no comprometerse con los estudiantes a resolver sus necesidades,
pero tampoco muestra firmeza con los universitarios para asumir una conclusión
del proceso electivo que dejó pendiente su antecesor.
Cuando el conflicto estudiantil
escaló tras la sospechosa toma del edificio de rectoría, y ya se había decidido
por la declinación de Eréndira Fierro, la mañana del sábado 10 de mayo vino un
comunicado signado por una parte del Colegio de Directores, el cual planteaba que
“ante la creciente violencia” -en una evidente criminalización de la protesta
estudiantil-, la única vía para recuperar la armonía era “la reposición
integral del proceso de elección”.
Salta a la vista que, el
documento fue firmado por los directores más afines al barrerismo incluidos Isidro
Rogel Fajardo -a la postre encargado del despacho-; Ulises Velázquez Enríquez,
hoy secretario de Rectoría, pero sin aparición pública; los directores infaltables
de las Preparatorias; y otros más señalados de hostigamiento como Bárbara Dimas,
Fernanda Ballesteros y Juan Carlos Montes de Oca, quienes han ganado notoriedad
-negativa- en las últimas semanas.
La autonomía ha sido
utilizada como escudo de protección para mantener el control político y financiero
de la institución. Las acciones ejecutadas por Rogel han tenido nulo avance en el
diálogo y la negociación con los estudiantes; mucho menos se ha ocupado de restituir
la votación de rectora y dar certeza a las aspirantes para respetar el derecho
al debido proceso de la elección.
De lo que prontamente se
ocupó Isidro Rogel fue de tres elementos clave: sacudirse los espacios que ya
no eran de la confianza barrerista; premiar a los actores universitarios más
obedientes para mantener el control institucional; y ratificar piezas que a
pesar de sus limitaciones o incapacidades han demostrado su obediencia en los
últimos meses. Y para que no quepa duda de las huellas del pasado reciente,
todo bajo elementos de ambigüedad, opacidad, imposición, complicidad y donde
vale más ser leal que tener experiencia o capacidad.
La pasividad y lentitud
con que se actúa desde el interinato de Rogel deja la impresión que no hay prisa
y tampoco voluntad política por atender la protesta estudiantil. Ganan tiempo
mientras ajustan los números, las cifras, los expedientes y demás documentos de
la gestión saliente de Carlos Barrera. La opacidad alcanza y se extiende a los
procesos de entrega – recepción entre Barrera y Rogel, sin poder saber el
estado financiero de la institución.
El erenderismo no llegó
por elección ni por imposición. Alcanzó su pináculo en un efímero interinato
que disfruta su momento. Tras la sombra de Barrera y ahora de Rogel, pretende
incidir en la toma de decisiones del rectorado universitario, y en la
resolución de un proceso electivo que marcado por la inequidad derivó en el
paro estudiantil.
No hay razones suficientes
ni condiciones legales o institucionales para cancelar el proceso electivo,
aunque la lógica autoritaria de “yo o ninguna” pretenda instalarse en una
narrativa atribuida al movimiento estudiantil bajo la exigencia de anular una votación,
la cual debe concluirse y permitir que la comunidad de forma abierta y transparente
elija a su primera rectora uaemita.
Y sí, por esa coyuntura
política, hay elementos de sobra que advierten prácticas dilatorias para
mantener el paro estudiantil, mientras el interinato universitario resuelve de
a poco lo que le interesa, y no lo realmente importante y urgente.
La tenebra
En algún momento y en
algún lugar, Carlos Barrera deberá rendir cuentas no sólo financieras, sino
también políticas e institucionales por las crisis a la que llevó a la UAEMex
al término de su mandato por el capricho de una fallida sucesión.