Francisco Ledesma / Las razones del descontento
Ha pasado prácticamente
una semana de la elección de Isidro Rogel como encargado del despacho de la
rectoría de la UAEMex, pero se puede advertir que la alta burocracia
universitaria no ha logrado entender “las razones del descontento” que hoy
tiene colapsada la vida académica de la institución, y asumen que la declinación
de Eréndira Fierro y la renuncia a destiempo de Carlos Eduardo Barrera,
permitirán transitar a una etapa de normalidad.
Las razones del descontento
-como he bautizado el tema de esta columna-, hace alusión al título de un libro
que, bajo autoría de Federico Arreola publicado en marzo de 2007, puso en la
agenda los abusos, excesos, acciones, omisiones, narrativas y estrategias que
hicieron polarizar la elección presidencial de 2006, que derivó en el
cuestionado triunfo del panista Felipe Calderón.
En esta entrega, enlistaré
las principales quejas, denuncias, inconformidades y arbitrariedades cometidas
a lo largo del atropellado proceso electivo de la UAEMex, que estaba destinado
a ser histórico porque tenía la oportunidad de ser democrático, pero terminó
siéndolo, por lo arbitrario desde el ejercicio del poder.
Desde finales de 2024,
Eréndira Fierro ejecutó una estrategia inusitada e irregular. Toda entrega de obras
de infraestructura, mobiliario escolar y logros financieros los asumió como
propios, en una deliberada promoción personalizada de acciones universitarias.
La maniobra llevaba la complicidad de gran parte del Colegio de Directores que,
a través de las redes sociales de Preparatorias y Facultades, agradecían a la secretaria
de Administración las metas alcanzadas.
Bajo el pretexto del fin
de año, Fierro Moreno organizó y normalizó encuentros con directores y subdirectores
de Preparatorias y Facultades; a los primeros, les ofreció posiciones en su
gabinete; a los segundos, les prometió hacerlos directores durante su rectorado.
En todos los escenarios, les sugirió devolver políticamente, el apoyo que ella
financieramente, les había prodigado a sus espacios académicos durante los
últimos cuatro años de vida universitaria.
La convocatoria para la
rectoría parecía a modo de la “candidata oficial”. Una Ley Mordaza que prohibía
la cobertura de las jornadas de promoción. Todas las aspirantes tendrían posibilidad
de dar entrevistas, pero de manera equitativa y proporcional, mientras el nombre
de Eréndira se posicionaba en medios nacionales, los cuales, curiosa y
extrañamente, hoy que la UAEMex atraviesa por un paro estudiantil generalizado,
han preferido voltear a otro lado de la agenda.
La mayor preocupación
sobrevino en el cuestionado voto electrónico, el cual sería manejado y vigilado
por la rectoría, sin justificación alguna para su aplicación, pues éste fue
usado hace cuatro años en la elección de Carlos Barrera Díaz, pero cuando había
de por medio una pandemia y un confinamiento social que obligó a tener clases
virtuales. En 2025 no había emergencia alguna.
Casi de inmediato, se
hizo evidente la parcialidad de la Comisión Especial Electoral, quien negó de
inicio el registro de Laura Benhumea. Y en el arranque de la campaña, a pesar
de que las otras cuatro aspirantes advirtieron la parcialidad de gran parte del
Colegio de Directores durante sus recorridos en las jornadas de promoción, el
árbitro electoral presidido por Barrera Díaz, prefirió el silencio, la omisión
y la complacencia.
El principio del fin,
estuvo marcado por el “miércoles negro”, el 9 de abril, cuando Fierro Moreno visitó
la Preparatoria 2 Plantel Nezahualcóyotl, en el que un par de maestros
impidieron a un alumno levantar una cartulina de protesta, en medio de decenas
de alumnos convocados al auditorio que ya había sido adornado con globos, labubus
y muestras de apoyo, “para hacerla sentir como en casa”, soltó el director a
otro de sus pares, en medio de la campaña por la rectoría. Un despropósito de
dos profesores que actuaron por consigna.
El control de daños fue
lento, lleno de medias verdades o mentiras completas. Dos días después del
evento en Prepa 2, Fierro dijo respetar la libertad de expresión, y afirmó
haber escuchado al alumno que protestaba en ese plantel; sin embargo, no existe
evidencia de que eso haya ocurrido. El alumno nunca lo confirmó. Las cinco
aspirantes alzaron la voz para exigir una campaña equitativa.
La dirección del plantel
reaccionó tardía y tibiamente. Primero, soltó un comunicado, en el que aseguraba
que el estudiante había tenido acompañamiento; y una semana más tarde, editó la
publicación en redes sociales para asegurar que ya había separado de sus
funciones a los profesores que con una cartulina y una sombrilla habían
confrontado a un menor de edad.
Otra vez en miércoles, el
23 de abril, cuando restaba una semana para el cierre de la campaña y el plan
de la rectoría se abría paso de forma brusca, salió a la luz pública un audio
donde Carlos Eduardo Barrera, reafirmaba su apoyo a una de las aspirantes, y mandaba
un mensaje al resto de las contendientes, para que no prometieran más de lo
debido, porque dejaría “las arcas vacías”.
En principio, el rector
reconoció que era su voz, y se victimizó porque éste se había obtenido de
manera ilegal. Cuando la bomba había explotado en sus manos, reculó, y negó que
el audio fuera real. Presentó una denuncia ante la Fiscalía de Justicia. Cuando
vio que la escalada en su contra aumentaba, contrató a dos peritos para
desmentir el audio, pero resultó que los especialistas habían trabajado en la UAEMex,
y la solución escandalizó aún más a la comunidad.
En la última semana de
la campaña, vinieron las primeras asambleas universitarias sin atención
oportuna de los directores, muchos de ellos impulsores de las aspiraciones de
Eréndira Fierro a la rectoría uaemita.
La comunidad estudiantil
destapó las carencias de la institución. Resultó que la candidata de la
continuidad, quien presumía de finanzas sanas en su gestión, podría ser acusada
de austericidio que ha derivado en infraestructura insuficiente o
desgastada, carencia de insumos para salas de cómputo o laboratorios universitarios,
el castillo de arena se pulverizaba.
El rector apostó a
resistir doce días, suficientes para concretar las elecciones en 71 espacios
académicos; y desde ahí, legitimar lo necesario para la sesión extraordinaria
del Consejo Universitario.
En la recta final del
proceso electivo, las cuentas ya no eran tan favorables. El desgaste de dos
meses de campaña se reflejaba en el descontento de docentes y administrativos con
el proceso desaseado a favor de Fierro Moreno.
Ni siquiera el apoyo de
los sindicatos y su apuesta por un voto corporativo era garantía. Una muestra que
exhibe esa inequidad, está plasmada en la fotografía de Eréndira Fierro en la
Facultad de Planeación Urbana y Rural (FaPUR), arropada por Isidro Rogel -hoy encargado
del despacho de la rectoría-, y por Nora Nallely Gloria Morales, secretaria de
Asuntos Laborales de la FAAPAUAEM.
En la víspera del 14 de
mayo, el Consejo Universitario se había dividido lo suficiente que el triunfo
ya no era garantía a pesar del control institucional y financiero de su impulsor
político. La decisión fue intempestiva como necesaria: la declinación de
Eréndira Fierro, la posposición de la elección de rectora y la renuncia de Carlos
Barrera.
Pese a todo, quienes hoy
dirigen la UAEMex no han alcanzado a dimensionar las razones del descontento,
porque no entienden que no entienden.
La tenebra
Se evitó la muerte de la
democracia, ahora se debe impedir que la polarización de la campaña, se
traduzca en la radicalización de posiciones políticas, ideológicas, sociales o
institucionales de la protesta estudiantil.