loader-image
Toluca, MX
3:30 am,
temperature icon
cielo claro
Hora Estándar Central

El Manual de Maquiavelo

La entrega

Francisco Ledesma

 

Felipe Calderón lo sabe, y lo sabe bien, que el ejercicio del poder ha concluido para su gestión. El recibimiento a Enrique Peña en la residencia oficial de Los Pinos también asume de facto que la impugnación interpuesta por Andrés Manuel López Obrador sólo supone la sobrevivencia política del tabasqueño por encima de cualquier posibilidad de invalidar la elección.

El panismo más doctrinario representado por el calderonismo ha abierto ya las puertas de Los Pinos para oficializar el regreso del priísmo tras doce años de ausencia en la Presidencia de la República. Nacido en cuna panista, será Calderón quien se encargue –y a quien muchos señalen como responsable- de devolverle el poder presidencial a su acérrimo adversario.

Calderón ya asume que el sucesor de su mandato será el priísta Enrique Peña, quien en diciembre próximo deberá enfundarse la banda presidencial por los próximos seis años. El segundo presidente panista pasará a la historia como uno de los mandatarios con mayor rechazo en la opinión pública, y a partir de la derrota de su partido, también ganará animadversión interna.

El reto del panismo será asumirse en su mejor posición, como partido opositor, en una categoría con la que nació. Los embates del dirigente del PAN, Gustavo Madero contra el virtual ganador de la contienda presidencial es parte ya de la postura oposicionista del aún partido en el poder.

El PAN se convertirá en la segunda fuerza legislativa, tanto en la Cámara de Diputados Federal como en el Senado de la República. Será la bisagra del gobierno peñista para dar viabilidad a las reformas. Ejercerá si es un partido con operación y astucia, un cogobierno del peñismo que requiere de amplios consensos y alcanzar los cambios legales planteados por el mexiquense.

A 12 años de la fiebre foxista que llevó al PAN al poder presidencial, hoy se vive un ocaso calderonista, que posibilitará el ascenso casi inevitable e irreversible de Peña Nieto como Presidente de México. Desde hoy, el PRI de ayer y de hoy, ve en Peña Nieto la posibilidad de PRI para el futuro, y perpetuarse en el ejercicio del poder por otros 70 años.

Las señales del poder formal –que detenta aún Calderón- dan muestra de que el triunfo está consumado, y el PRI retornará a Los Pinos. Es sólo cuestión del tiempo. La decisión del PAN para no ir junto con el PRD a la impugnación contra el priísta habla de un acuerdo cupular para una transición ordenada.

Los poderes fácticos han comenzado también la legitimación electoral. Empresarios, Iglesia y televisoras dan muestra tangible de que sus afectos están con Enrique Peña. Él ya asume su nueva jerarquía. Aunque en los dichos está a la espera de la resolución del tribunal, en los hechos ya actúa, se comporta y lo tratan como el futuro Presidente de México. Ya asumió el poder.

Las autoridades electorales, también hacen suya la necesidad de legitimar los comicios. Va en juego, lo que resta de su prestigio, y la confianza de una institución lacerada. No es un asunto menor, porque en la perdida credibilidad lo que está en riesgo es la participación de los electores en el futuro próximo.

Lo que está por venir es la rumorología y el futurismo para conocer quiénes formarán parte del gabinete de Enrique Peña. Muchos esperan a los mexiquenses, otros a la vieja guardia. Pero al fin y al cabo, eso es una facultad de un solo hombre, el Presidente. Ese es el régimen que tenemos.

La impugnación pues, no es que sea una simulación, pero carece de los elementos suficientes para invalidar una elección. Y los poderes formales y fácticos han entendido que una nueva transición se ha consumado.

La entrega de Calderón se ha concretado. Y Peña Nieto lo sabe, y lo sabe bien, que el ejercicio del poder ha comenzado para su gestión.

 

La tenebra

Hoy dominan el Senado de la República, a partir de agosto harán lo mismo desde San Lázaro. Manlio Fabio Beltrones y José González Morfin se aprestan a ejercer una vicepresidencia desde el Poder Legislativo. Por ahí deberán pasar todas las reformas: energética, laboral y fiscal.

 

Comentarios

comentarios