Francisco Ledesma / El cambio de régimen en la Codhem
La semana entrante,
concluye el periodo de gestión de Myrna García Morón al frente de la Comisión
de Derechos Humanos del Estado de México, lo que simboliza un aliento de
esperanza para que dicha institución -y ahora bajo un régimen de izquierda y
supuesta vocación humanista-, dentro del corto plazo recobre su autonomía y su naturaleza
de protección y defensa de las garantías individuales de los grupos más
vulnerables frente a los abusos de poder.
Durante los últimos
años, la Codhem se convirtió en un apéndice del gobernador en turno, como si se
tratase de una dependencia más de su gabinete legal y ampliado. De facto, se
erigió en una institución cómplice de componendas políticas, sujeta al culto a
la personalidad de quienes la presidían. El aparato institucional y
presupuestal puesto al servicio de sus titulares por cuatro años.
La Codhem tiene como
esencia la defensa de los derechos humanos frente al poder autoritario. Así
emergió desde la década de los noventa, ajena a intereses partidistas, como un
reclamo social para construir un nuevo contrapeso institucional frente a los
gobernantes que se sentían omnipotentes.
Las Recomendaciones
emitidas por la Codhem se convirtieron en un instrumento que exhibía los
excesos y los abusos de autoridad; pero además, construía una ruta de
cumplimiento para mejorar los procesos de atención o de ejecución por parte de
las autoridades estatales y municipales. La observancia permanente de la Codhem
se posibilitaba mediante una apertura a la ciudadanía, y una constante vigilancia
a los actos de autoridad para evitar o prevenir injusticias.
De manera complaciente,
Jorge Olvera y Myrna García encontraron el instrumento de emitir
Recomendaciones Generales, dirigidas al aire, sin atender expedientes
específicos, evitar el costo político a las autoridades locales y congraciarse
con la clase gobernante a la que asumían le debían su encargo.
Myrna García fortaleció
su oficina, como una agencia de relaciones públicas en la que siempre mostró una
esencia partidista y clasista, para privilegiar su posición dentro de la clase
gobernante de la que forma parte desde hace quince años en que se ha convertido
en “todóloga”. Desde especialista en temas de acceso a la información hasta la
defensora de los derechos humanos.
Para justificar la
pasividad de la institución, se escudó en la Ley de Amnistía como si esta fuese
la única injusticia que padecen los mexiquenses. Porque la liberación de personas
injustamente presas le daba un mayor impacto mediático y un álbum fotográfico
abundante para su egoteca que ya empaca en su salida.
Emitir Recomendaciones
no era políticamente correcto para su andar, por lo que prefirió el aplauso y
el reflector de formas sencillas. Aún así, midiendo su capacidad de gestión en
amnistías conseguidas, la institución parece muy costosa presupuestal y
políticamente. Quizá por eso los planes de austeridad.
Desde lo profesional, no
recibió los votos necesarios para convertirse en magistrada en la pasada
elección judicial; ni tampoco el consenso político necesario para encontrar
acomodo en la reelección de su encargo como presidenta de la Codhem. Y eso,
puede tomarse como el mejor logro para los mexiquenses, ante la oportunidad de
reencontrar el camino en la institución.
También permea la desconfianza
de que el régimen morenista apueste por un perfil desde la connivencia, en el
que prevalezca la instrumentalización de un “elefante blanco” que no vulnere a
la autoridad por conveniencia o complacencia. Sin embargo, el humanismo y la
sensibilidad que tanto se pregona desde Palacio de Gobierno, hace pensar que
existen condiciones por un perfil, al menos, sin tanta frivolidad en su
actuación y sin tantas barreras en el edificio.
La tenebra
Al igual que en la
UAEMex, la nueva presidencia de la Codhem se resolverá a destiempo. La no
reelección de Myrna García evitó el colapso institucional, porque hubiera sido
la Eréndira de la Codhem.