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El Manual de Maquiavelo

El twitter electoral

Francisco Ledesma

 

La fiebre electoral ha inundado la popular y cada vez más afamada red social de twitter. En medio de acusaciones políticas y la decadente guerra sucia que nos avasalla en cada elección, el Time Line de mi twitter ha sido víctima de una demoledora serie de mensajes, acusaciones, críticas, denostaciones que intercambian simpatizantes de uno y otro partido político. El ventilador puesto frente a un cerro de lodo ha salpicado sin mayor remedio a uno de los fenómenos mediáticos más trascendentes de nuestro tiempo.

Pese a ello, las redes sociales aún están muy lejos de ser el artífice electoral que podrá decidir el resultado final de los comicios de julio próximo. Aunque tiene una penetración social ineludible, cierto es que el acceso a Internet es muy limitado entre amplios sectores de la población, mientras que la apuesta democrática del país todavía transita por el contacto del candidato con sus simpatizantes a través de mítines multitudinarios, y la movilización de la maquinaria durante la jornada electoral. Allí reside el éxito de la elección.

No obstante, el lenguaje virulento que se hace presente en las redes sociales tiene poco efecto sobre los electores. Incluso podría apostar, sin temor a equivocarme, que desalienta la participación en los comicios. Si la intención de quienes lanzan las agudas críticas y profundos cuestionamientos es convencer a los indecisos, están muy lejos de su objetivo.

La visceral guerra discursiva, trasladada al mundo de los 140 caracteres, confirma la regla de que en el ambiente electoral prevalece el interés ideológico, la postura intransigente y la denostación sistemática como intento de un debate que no convence a nadie. A eso, habría que sumarle los “bots” y los “trolls” que son la forma más sofisticada del “acarreo” desde la cual los partidos políticos, y sus candidatos han pervertido el uso del twitter.

Sin duda, el uso de las redes sociales ha permitido el ejercicio pleno de la libertad de expresión, sin embargo en especial durante el proceso electoral en curso, se ha puesto de manifiesto que muchos políticos pretenden convertirse en periodistas, y erigirse como los actores que analizan, cuestionan, informan y reportan los aconteceres políticos relacionados con las campañas electorales.

Del otro lado, no falta el periodista, que en la efervescencia de sus filias partidistas exhibe su personalidad, su ideología, y pierde la perspectiva de su responsabilidad para informar, analizar, criticar y cuestionar alejado de sus pasiones políticas.

Hoy más que nunca políticos y periodistas deben reconsiderar sus responsabilidades sociales y entender que twitter –y cualquier otra red social- es el mecanismo de interacción y también una plataforma de información que debe alejarse de ese lenguaje de encono que hace seis años nos condujo inevitablemente a un conflicto postelectoral del cual muchas heridas aún no cierran, y que poco contribuyen al avance democrático del país.

Aun cuando las redes sociales posibilitan una interacción excepcional, cierto es que los políticos poco interactúan frente a los “trolls” que no buscan respuestas sino ofensas. Los mensajes puestos en la red social, logran poco impacto porque los retweets son generados por “bots”, identificadas como cuentas fantasma diseñadas para construir Trending Topics –temas más comentados- a favor o en contra de los candidatos. La comunidad twittera que es parte del debate electoral, ha sido construida a semejanza de la arena política en medio del fanatismo y el disenso. Alejada del debate y la tolerancia.

¿A quién conviene ser parte de un TT en medio de una comunidad artificial? A nadie, porque simplemente lo que ocurre y se comenta puede ser parte de un espejismo. Innegable es que a través de twitter podemos tener una plataforma de información mucho más amplia que la que ofrece la radio y la televisión. Podemos a través del time line tener una cobertura de periódicos, periodistas, politólogos y políticos. Saber lo qué hacen, piensan, sufren o gozan, pero eso quizá sea insuficiente para tomar una decisión de por quién vamos a votar.

Y es que entre mayor información obtenemos, al final del camino, acrecentaremos nuestro desánimo porque la realidad parece inalterable. No hay duda que twitter ha venido a revolucionar nuestra forma de informarnos y de interactuar con el mundo pero no es la panacea porque su acceso está muy alejado de ser universal, de tener una cobertura sobre los distintos sectores sociales, ya sea por edad, condición económica y hasta zona de residencia.

Lo que sí es un riesgo, es que por caprichos políticos perdamos la oportunidad de que esa red social sea factor de cambio. Porque lo visto hasta ahora, es la misma frivolidad, las mismas componendas, el encono de siempre que parecen apoderarse de una herramienta alejada de los monopolios económicos y políticos, pero que tiene frente a sí, la insufrible amenaza de sucumbir ante la trampa, la cooptación y un monologo ideológico que renuncia a dialogar.

 

La tenebra

El pasado miércoles, Carmen Aristegui, abrió su cuenta de twitter y anunció su apuesta por el periodismo digital. A partir del lunes próximo echará a andar un proyecto informativo a través de Internet. ¡Enhorabuena!

Convencido estoy que es el periodismo digital una plataforma informativa de gran crecimiento, y que en el corto plazo será imprescindible. Ahí está Plana Mayor, que a lo largo del último año ha ido abriendo camino y haciendo brecha desde el acontecer público del Estado de México.

 

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