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El Manual de Maquiavelo 14-05-2025

Francisco Ledesma / El Rector Carnal

Todavía no se acomodaba en su nuevo cargo, cuando Isidro Rogel Fajardo ya era bautizado como el Rector Carnal, por su cercanía política y su ascenso burocrático de la mano del defenestrado Carlos Barrera Díaz, recién renunciado a la rectoría universitaria, además de su actitud sumisa con la declinada Eréndira Fierro Moreno. Es ejemplo de subordinación y lealtad a toda prueba.

 

Mientras el rectorado barrerista agoniza, el ungimiento de Rogel lastima la confianza tanto de la protesta estudiantil como de las aspirantes a la rectoría que, esperan una circunstancia diferente en la apertura al diálogo, en la atención de necesidades institucionales y en la equidad del proceso electivo.

 

Anoche, el área de Comunicación Universitaria detallaba que, entre los requisitos idóneos para el encargado del despacho de la rectoría, se debía “gozar de estimación general como persona honorable y prudente”, de la cual carece Isidro Rogel entre la comunidad de la Facultad de Planeación Urbana y Rural, en donde era hasta ayer su director, y fue señalado por su parcialidad en el proceso electivo de la rectoría, lo que tiene hoy en crisis institucional a la UAEMex.

 

Sin prudencia, el Rector Carnal difundía en sus redes sociales, publicaciones periodísticas que promovían y exaltaban a Eréndira Fierro en su fallido recorrido hacia la rectoría. Cuando la exsecretaria de Administración visitó la FAPUR, Rogel llenó el auditorio con sus afines, evitó las voces discordantes con el oficialismo y se tomó una fotografía con la señal del malogrado corazón coreano.

 

Cuando acudió Patricia Zarza, suspendió clases para desalentar la afluencia de la comunidad en su jornada de promoción. Y en la comparecencia de Laura Benhumea, tomó un hondo respiro, porque le tocó el turno vespertino, cuando la Facultad se encuentra prácticamente vacía, y sin convocatoria, aún más.

 

A la usanza del clientelismo electoral, el Rector Carnal presumía y agradecía que, todavía en su calidad de secretaria de Administración, Fierro Moreno había enviado material para la impermeabilización de los espacios educativos. “Solo que ahora no hay quien venga a colocarlo por falta de presupuesto”, denunció una docente en medio de las comparecencias por la rectoría.

 

La llegada de Isidro Rogel es una señal turbia por parte del grupo político de Carlos Barrera, quien resistió la declinación de su delfín y su propia renuncia hasta el límite de sus posibilidades, pero que ahora, deja la impresión de pretender el control de la rectoría por interpósita persona. Para ello, instrumentó una estrategia encaminada a elegir como sucesor a un director obediente, y de pocas luces para abrir el diálogo con la comunidad estudiantil y las aspirantes.

 

En la víspera, cuando la comunidad estudiantil de FAPUR anunciaba acciones para sumarse al paro de labores, amenazó con represalias académicas la protesta de alumnos; y en un intento desesperado, impulsó que la consejera alumna Abril Yesenia González Piña organizara la votación. La asamblea universitaria lo impidió, y decidieron iniciar la suspensión de labores la semana pasada con elecciones libres. El desagrado de Rogel fue evidente.

 

El caso de Abril González tiene singularidades. Ha logrado mantenerse en el cargo por cuatro años, cuando legalmente el periodo es de dos años; pero ella, ha decidido aplazar materias, quedarse largo tiempo en la licenciatura, y lograr elegirse primero como propietaria, luego como suplente, y ser propietaria de nueva cuenta en el Consejo Universitario, el mismo que ayer ungió a Rogel Fajardo al frente de la rectoría hasta que concluya el proceso de elección formal.

 

La honorabilidad del Rector Carnal se cuestiona por alentar el nepotismo en su propia Facultad, en donde egresados de este espacio denuncian que otorgó horas clase a su prima, Gisela Pérez Fajardo, en materias de matemáticas, pero además, con horarios privilegiados y un trato preferencial en lo administrativo.

 

Carlos Barrera lo consiguió. Logró heredar su rectorado a uno de sus más obedientes colaboradores, en un deslegitimado proceso, aunque no se trató de una rectora, pero sí de un encargado del despacho, que hoy enfrentará los primeros reclamos y descontentos, tanto de consejeros universitarios como de asambleas estudiantiles que han encendido las alarmas por todo lo alto.

 

El Rector Carnal no deberá eternizarse en su encomienda. Deberá asumir su responsabilidad histórica: destrabar un movimiento estudiantil que ha sido desatendido por semanas y otorgar equidad a un proceso de elección que colapsó por el desaseo de su expatrón y su excandidata. Todo un desafío.

 

La tenebra

Cuando parece que se ha tocado fondo en la crisis universitaria, Carlos Barrera y su equipo, han demostrado que son capaces de cavar más profundo.