Francisco Ledesma / El Rector Carnal
Todavía no se acomodaba
en su nuevo cargo, cuando Isidro Rogel Fajardo ya era bautizado como el Rector
Carnal, por su cercanía política y su ascenso burocrático de la mano del
defenestrado Carlos Barrera Díaz, recién renunciado a la rectoría universitaria,
además de su actitud sumisa con la declinada Eréndira Fierro Moreno. Es ejemplo
de subordinación y lealtad a toda prueba.
Mientras el rectorado
barrerista agoniza, el ungimiento de Rogel lastima la confianza tanto de la
protesta estudiantil como de las aspirantes a la rectoría que, esperan una
circunstancia diferente en la apertura al diálogo, en la atención de
necesidades institucionales y en la equidad del proceso electivo.
Anoche, el área de
Comunicación Universitaria detallaba que, entre los requisitos idóneos para el encargado
del despacho de la rectoría, se debía “gozar de estimación general como persona
honorable y prudente”, de la cual carece Isidro Rogel entre la comunidad de la
Facultad de Planeación Urbana y Rural, en donde era hasta ayer su director, y fue
señalado por su parcialidad en el proceso electivo de la rectoría, lo que tiene
hoy en crisis institucional a la UAEMex.
Sin prudencia, el Rector
Carnal difundía en sus redes sociales, publicaciones periodísticas que
promovían y exaltaban a Eréndira Fierro en su fallido recorrido hacia la
rectoría. Cuando la exsecretaria de Administración visitó la FAPUR, Rogel llenó
el auditorio con sus afines, evitó las voces discordantes con el oficialismo y se
tomó una fotografía con la señal del malogrado corazón coreano.
Cuando acudió Patricia
Zarza, suspendió clases para desalentar la afluencia de la comunidad en su
jornada de promoción. Y en la comparecencia de Laura Benhumea, tomó un hondo
respiro, porque le tocó el turno vespertino, cuando la Facultad se encuentra prácticamente
vacía, y sin convocatoria, aún más.
A la usanza del clientelismo
electoral, el Rector Carnal presumía y agradecía que, todavía en su calidad de
secretaria de Administración, Fierro Moreno había enviado material para la
impermeabilización de los espacios educativos. “Solo que ahora no hay quien venga
a colocarlo por falta de presupuesto”, denunció una docente en medio de las
comparecencias por la rectoría.
La llegada de Isidro
Rogel es una señal turbia por parte del grupo político de Carlos Barrera, quien
resistió la declinación de su delfín y su propia renuncia hasta el límite de
sus posibilidades, pero que ahora, deja la impresión de pretender el control de
la rectoría por interpósita persona. Para ello, instrumentó una estrategia encaminada
a elegir como sucesor a un director obediente, y de pocas luces para abrir el
diálogo con la comunidad estudiantil y las aspirantes.
En la víspera, cuando la
comunidad estudiantil de FAPUR anunciaba acciones para sumarse al paro de
labores, amenazó con represalias académicas la protesta de alumnos; y en un
intento desesperado, impulsó que la consejera alumna Abril Yesenia González Piña
organizara la votación. La asamblea universitaria lo impidió, y decidieron
iniciar la suspensión de labores la semana pasada con elecciones libres. El
desagrado de Rogel fue evidente.
El caso de Abril
González tiene singularidades. Ha logrado mantenerse en el cargo por cuatro
años, cuando legalmente el periodo es de dos años; pero ella, ha decidido
aplazar materias, quedarse largo tiempo en la licenciatura, y lograr elegirse
primero como propietaria, luego como suplente, y ser propietaria de nueva
cuenta en el Consejo Universitario, el mismo que ayer ungió a Rogel Fajardo al
frente de la rectoría hasta que concluya el proceso de elección formal.
La honorabilidad del
Rector Carnal se cuestiona por alentar el nepotismo en su propia Facultad, en
donde egresados de este espacio denuncian que otorgó horas clase a su prima,
Gisela Pérez Fajardo, en materias de matemáticas, pero además, con horarios
privilegiados y un trato preferencial en lo administrativo.
Carlos Barrera lo
consiguió. Logró heredar su rectorado a uno de sus más obedientes
colaboradores, en un deslegitimado proceso, aunque no se trató de una rectora,
pero sí de un encargado del despacho, que hoy enfrentará los primeros reclamos
y descontentos, tanto de consejeros universitarios como de asambleas
estudiantiles que han encendido las alarmas por todo lo alto.
El Rector Carnal no
deberá eternizarse en su encomienda. Deberá asumir su responsabilidad histórica:
destrabar un movimiento estudiantil que ha sido desatendido por semanas y
otorgar equidad a un proceso de elección que colapsó por el desaseo de su expatrón
y su excandidata. Todo un desafío.
La tenebra
Cuando parece que se ha
tocado fondo en la crisis universitaria, Carlos Barrera y su equipo, han
demostrado que son capaces de cavar más profundo.