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El Manual de Maquiavelo

#Lacampañaporvenir

 

Francisco Ledesma

 

La democracia incipiente y deficiente que presumimos los ciudadanos que regularmente participamos en procesos electorales, responde sin duda, en gran medida, a las estructuras partidistas. A esos monstruos de maquinaria que movilizan al ciudadano a eventos proselitistas, a la promoción del sufragio, a votar el día de la elección, y que responden a un clientelismo electoral. En la política vigente de un gobierno vuelto “ogro filantrópico” como lo denomina Octavio Paz y lo retoma Denisse Dresser en su más reciente libro.

 

Sin embargo, en el embalaje de una sociedad ampliamente urbanizada, y cada vez más informada –que no es lo mismo que mejor educada- se vuelve una apuesta valorar el peso electoral que tendrá el uso de redes sociales en las elecciones que están por venir. Para Roy Campos –derivado del gazapo de Enrique Peña en la FIL de Guadalajara- hasta ahora las redes sociales no han demostrado restar puntos electorales en los comicios del México reciente, donde Twitter y Facebook parecen herramientas indispensables, pero como parte de una moda, y no de una efectividad persuasiva en su uso.

 

La reciente cascada de Trending Topics en torno a Peña Nieto, parece tener muy contentos a sus opositores, por pensar que con ello se ha mermado la popularidad del mexiquense. El equipo cercano a Peña, por el contrario, desestima los comentarios en twitter, los videos que circulan por Youtube, y las imágenes que se difunden con absoluta promiscuidad en Facebook desde el sábado anterior. Las encuestas están por venir, y demostrar su efecto real.

 

Lo cierto es que ya en la campaña de Felipe Calderón –aún sin redes sociales- pero sí con la capacidad de detonar efectos contrarios a López Obrador se utilizaron cadenas de correos electrónicos, cuyo origen de envío se demostró eran computadoras de diversas dependencias federales. Los mensajes, sin duda, hicieron mella en la decisión final que derivo en un triunfo de estrecho margen para el panista, y con la sospecha de que la victoria “haiga sido como haiga sido”, se debió entre otros factores, al andamiaje cibernético que denostó al tabasqueño. Las redes sociales parecen caminar en esa ruta.

 

En determinados sectores de la población, las personas mejor informadas son grupos de población preferentemente jóvenes entre 18 y 29 años, con acceso a las populares redes de Twitter y Facebook. Esos microblogging que están destrozando la reputación de los aspirantes presidenciales. Como todo medio de comunicación, tiene sus propios riesgos, por ahora como medios sin control –como advirtió Beltrones-; y que mucha información sin tener argumentación se toma como verídica por amplios sectores que la consultan.

 

Sin embargo, son esos jóvenes, quienes a partir de la información de primera mano que consultan, basada en redes sociales, pueden ser agentes de decisión en su entorno más cercano: familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc.

 

Menospreciar por ahora las redes sociales, y pensar en que seguirán siendo los medios tradicionales quienes definan una elección, resulta poco creíble. Los chistes que proliferaron por las redes sociales durante el fin de semana, ya forman parte del repertorio de moda, para quienes asisten a reuniones de amigos, comidas familiares, cafés de negocios. Cualquier oportunidad es favorable para hacer bromas del aquelarre del peñismo ocurrido en Guadalajara. Por ello su impacto debe sopesarse con mayor serenidad.

 

Hace seis años, circularon por Internet correos electrónicos que daban como un hecho alianzas entre López Obrador con Hugo Chávez; se denunciaba una deuda impagable por parte del Distrito Federal para financiar sus programas sociales y proyectos de infraestructura; se explicaba recurrentemente que se trataba de un político populista y radical. El bombardeo fue letal para desbancar al más avezado de las encuestas y llevar la derrota a cuestas.

 

Independientemente de lo certero o falso que pueden contener las redes sociales, es de advertir y evaluar su fácil acceso por amplios sectores de la sociedad. Hoy en día, se puede hacer uso del Twitter y del Facebook, prácticamente desde cualquier teléfono móvil con conexión en Internet; mediante la renta de módems o usb que conectan en cualquier momento y lugar, a través de una red móvil. O bien, en esa pléyade de posibilidades, también existen los cibercafés para consultar correos electrónicos, portales de noticias y las propias redes sociales personales. Una información que prolifera, que se expande, que se multiplica, y que falta por medir su impacto.

 

Es por ello, que aún cuando la maquinaria electoral siga siendo determinante en los procesos electorales, si el candidato comete error tras error, como si fuese parte de una estrategia o de un plan sistemático, ni la militancia toda será capaz de revertir un resultado adverso. Y es ahí, donde las redes sociales han comenzado a jugar un nuevo rol.

 

La guerra de trending topics podría sustituir en el corto plazo a la guerra de spots, luego de que éstos ya no pueden ser contratados ni por partidos políticos, ni por particulares. La proliferación del twitter y la facilidad de acceso y de uso lo colocan en el medio de comunicación por excelencia, donde el político en cuestión difunde lo que quiere manifestar, escucha y observa lo que le interesa, pero por desgracia también cierra los ojos para aquello que prefiere no leer.

 

La tenebra

 

Hace poco más de seis años me titulé de la licenciatura, con una tesis sobre periodismo deportivo. Para ello, entrevisté a Juan Carlos Cartagena y Enrique Rivera –hoy finalistas del draft de voces organizado por una televisora-. Desde entonces valoré en mucho su talento y profesionalismo. Cartagena, yo, juego contigo. Enhorabuena!

 

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