El Manual de Maquiavelo 08-12-2023
Francisco Ledesma / ¿Quién manda en el PRI?
El priísmo enfrenta la
orfandad política por la ausencia de un gobernador de su militancia en el
histórico bastión que representaba el Estado de México, y la crisis se
profundiza derivado de la exacerbada disputa por asumir el control de lo que
resta de partido en la víspera electoral, y las implicaciones que conlleva el reparto
de candidaturas a diputados federales y locales, y las presidencias municipales,
aun cuando todos los escenarios son desoladores por la imposibilidad de superar
la defenestración social por la que atraviesa.
Todavía en la recta
final del sexenio priísta, el gobernador Alfredo Del Mazo y el dirigente
nacional, Alejandro Moreno se confrontaron y fracturaron una relación política,
que se evidenció en las elecciones de 2021, cuando el campechano decidió el
listado de candidatos a diputados federales y el mexiquense las postulaciones a
diputados locales. Con esos dos bloques hoy en funciones, se advierte a esos
mismos actores políticos en la ambición por dominar la toma de decisiones de un
partido que se desdibuja entre los votantes.
Cristina Ruiz, Ana Lilia
Herrera y Alejandra del Moral hoy aparecen como los liderazgos más visibles que
pretenden imponer a sus grupos políticos en la antesala electoral; sin embargo,
nadie podría asumir que tiene la anuencia política o las funciones estatutarias
para hacer valer su voluntad personal.
La naucalpense Cristina
Ruiz ni siquiera tiene ascendencia política en el priísmo local. Carece de una
estructura estatal que le reconozca liderazgo. Su vínculo político -como suelen
llamar los priístas a los padrinazgos de sus trayectorias- ya ni siquiera
pertenece al tricolor. Existe la presunción de que en la más reciente elección,
Ernesto Nemer operó para favorecer la causa morenista.
Sin embargo, ahora Ruiz
apela a su cercanía con Alejandro Moreno -el dirigente más perdedor en la
historia del PRI-, para considerarse con el peso político de incidir por encima
de Herrera y Del Moral; o bien, como punto de equilibrio entre quienes disputaron
la pasada candidatura a la gubernatura. La también líder de la CNOP nacional busca
abrirse camino sin que tenga mucha resonancia entre los legisladores federales
o locales, o bien, entre los alcaldes en funciones.
Con el título de
delegada del CEN del PRI, Ana Lilia Herrera asume que será ella quien tome el
control político del priísmo, en razón de que el delmacismo ya demostró sus
deficiencias y limitaciones electorales con la histórica derrota de la gubernatura
el pasado mes de junio. Sin embargo, Herrera parece quedarse abandonada a su
suerte, cuando los principales impulsores de sus ambiciones personales en el
2017 y 2023, ahora han decidido cambiar su militancia al Partido Verde, con la
visión puesta en reencarnar electoralmente.
A su favor -si es que
puede verse en positivo- es el resurgimiento omnipresente del exgobernador
Arturo Montiel, el símbolo de la defenestración política que incluso abrió
ejemplo para los priístas hoy prófugos de la justicia, y debió enfrentar
acusaciones por enriquecimiento ilícito apenas concluido su sexenio.
Como colofón, Alejandra
del Moral, quien obliga a ser tratada como mártir de la democracia, y pide la
primera fila y el lugar central en todo acto público y político en el que
aparece. Reclama una posición de privilegio en el priísmo para pagar la factura
de sus repetidas derrotas por el Senado de la República y la Gubernatura mexiquense,
pero esa misma victimización, la coloca como responsable directa de su impericia
electoral cada que aparece en una boleta.
No se debe perder de vista
en este juego de ambiciones personales, la destreza que pudieran mostrar Carolina
Monroy y Laura Barrera, quienes podrían concitar los afectos de varios
exgobernadores, y dar un golpe de timón sobre quienes ya demostraron que no han
podido superar sus diferencias personales.
Y más importante aún es
que, en los hechos, el PRI mexiquense tiene un presidente formal llamado Eric
Sevilla, que no ata ni desata, ni dirige ni controla; y mucho menos decide ni
ejerce el poder. Pero sí existe.
La tenebra
Y las tres buscarán tener
un cargo de elección garantizado para el 2024. El apego al poder y al
presupuesto público no se puede ocultar.