El Manual de Maquiavelo 08-11-2024
Francisco Ledesma / Un elefante blanco reemplazable
Ahora que a nivel
nacional se discute la elección de la titular de la Comisión Nacional de
Derechos Humanos (CNDH), y se cuestiona el papel de Rosario Piedra Ibarra; es
un buen momento de que el oficialismo, el bloque opositor y la sociedad civil
hagan una revisión sobre la autonomía y las acciones relevantes que en los
últimos años ha ejecutado el trabajo de la Comisión de Derechos Humanos al frente
de Myrna García Morón, y cuyos resultados, no serían necesariamente los más
robustos frente al poder público. Ella es todavía parte de la clase gobernante
del régimen priísta, que hoy resulta reemplazable.
Desde hace años, la
Codhem dejó de ser un organismo protector de los derechos humanos. Basta con
recordar sus omisiones en actos autoritarios como las ejecuciones extrajudiciales
ocurridas en Tlatlaya durante el sexenio de Eruviel Ávila; o bien, la reyerta acontecida
en San Salvador Atenco durante el mandato de Enrique Peña Nieto. Los titulares
de la Codhem observaron sin asombro el abuso de autoridad y la violación
sistemática de los derechos humanos.
Para el régimen priísta,
la defensoría de los derechos humanos se convirtió en un brazo articulador para
ampliar las componendas del poder, una especie de oficina extendida del
gabinete estatal para premiar a la clase política; pero que permanentemente extravió
su tarea primaria de emitir Recomendaciones frente a las violaciones de
garantías individuales que se convertía no sólo en un escarmiento social, sino
en adoptar acciones de protección a la población.
Hoy, con la izquierda en
el poder parece el momento idóneo para reestructurar y recomponer el sentido de
un organismo protector de las garantías individuales a favor de los grupos más
vulnerables; y cuya oficina hoy se encuentra reducida a ser una gestora de la
Ley de Amnistía en el Estado de México, para recuperar la libertad de quienes
se encuentran encarcelados injustamente.
Sin embargo, se advierte
un endeble contrapeso político frente a las instancias gubernamentales que
prevalecen como las de mayores quejas por su abuso de poder como lo son las
policías preventivas, la fiscalía de justicia -en donde tiene su origen
político la actual titular de la Codhem-, y las instancias escolares, en donde
se adolece de la capacidad de protección a derechos humanos.
La Comisión Estatal de Derechos
Humanos apuesta por tener una buena prensa, imitando de forma errónea aquel
consejo ciudadano que erigió Jorge Carpizo en la CNDH con la integración de
Carlos Payán, pero que no tiene parangón con los intentos simulados de apertura
a lo que se tiene desde el Estado de México.
Desde el oficialismo, se
profundiza y prolifera la idea de emprender una nueva dinámica en el
funcionamiento interno de la Codhem, lo que implicaría la salida de Myrna García,
pero no necesariamente para reconstruir su funcionamiento, sino para favorecer
al grupo político hoy encumbrado desde el Poder Ejecutivo.
Por ahora, la Comisión
de Derechos Humanos apuesta a estar ausente de cualquier discusión pública,
antes de que sea vista por el oficialismo como la siguiente aduana para empujar
el ascenso de su clase política y gobernante.
El panorama es
desolador, porque un eventual reemplazo de García Morón, solo advierte que el
morenismo texcocano habrá encontrado la pieza idónea para favorecer a su grupo
político, como lo hicieron en el pasado reciente los Cervantes en la procuración
de justicia del país y del estado. Sin que eso signifique, un cambio de paradigma
en la complacencia y la displicencia que ha caracterizado durante los últimos
años a la Codhem, también llamado el elefante blanco por antonomasia de las
instituciones autónomas de la entidad.
La tenebra
¿Y cómo andará la
defensa de los derechos laborales en el despacho de Myrna García?