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El derecho al disenso

Juan Carlos Núñez Armas*

Dos amigos conversaban de sus cuitas. Le dice uno al otro: “Te veo muy feliz, ¿cómo le haces?” Y el amigo contesta: “Mira, es muy sencillo: no contradigo a nadie”. Ante semejante respuesta el primero comenta: “No, no creo que sea por eso”.  Y el segundo amigo responde: “No, pues no será por eso”.

El disenso, dice Alberto Buela, escritor y filósofo existencialista argentino, significa otro sentido, divergencia, contrario, vamos, estar en desacuerdo. Suele caracterizarse de dos formas. Primero, como negativo, en referencia a un acuerdo previo. Segundo, refiere a las minorías como una actitud contraria a la mayoría. Pero a la vez, el disenso es, de todo el obrar humano, característica de una sociedad plural, porque invalida al homogeneizador o al totalitario. Es también una legitimidad de la pluralidad participativa antes de tomar una decisión.

Para el estratega Antoni Gutiérrez Rubí es la base fundamental del modelo democrático, es el termómetro de la salud democrática. Pueden prevalecer desacuerdos, incluso ofensivos, pero resultan vitales en nuestra vida diaria. Existen retos importantes para lograr acuerdos y desacuerdos, los primeros cuesta mucho alcanzarlos, los segundos son visibles e instantáneos.

En nuestra sociedad polarizada cuesta mucho cambiar de opinión al opuesto y ha resultado más sencillo consolidar a los duros. Es más sencillo predicar dentro de los creyentes de la misma doctrina, que convertir a los ateos. Así, la política está obligada a recuperar el sentido multicolor y romper el esquema monocromático de blanco y negro. A largo plazo, el disenso debe inspirar al bien común, debe sentar las bases de una sociedad madura, robusta, abierta a las diferentes ideas, incluso a las opuestas, más matizada y con mayor plusvalía.

Flavia Freidenberg, investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, dice que hablar de política es siempre complicado, más si no se concuerda con la mayoría. Entonces, las minorías deciden quedarse calladas para no ser canceladas por el grupo en el que están insertas. No importa quienes gobiernen, si son de derecha o de izquierda, liberales o conservadores, la política suelen hacerla en blanco y negro hasta en las redes sociales. Las granjas de bots suelen callar a quienes no piensan igual.

La convivencia democrática -dice la investigadora-, de manera ordinaria, suele tener una única mirada, como si la mayoría siempre tuviera la razón o siempre respetara todos los derechos humanos. Por lo tanto, si tienes la mayoría, porque tienes más apoyos, debes imponer tu visión. Y no perdamos de vista que también suelen aparecer minorías que nunca se equivocan.

Lo cierto es que se observa un miedo al ruido. Es más fácil azuzar desde la tribuna mañanera, es más sencillo imponer la agenda, simplificar, diferenciar, y estigmatizar a quienes piensan diferente. De hecho, cada vez es más claro que quienes gobiernan suponen que ganar las elecciones se les ha dado un cheque en blanco para gobernar sólo para la mayoría que los eligió.

Dentro del humanismo, el pensamiento es la forma por excelencia que individualiza a cada persona, la hace única. Por tanto, un gobierno humanista tiene que verse enriquecido en la pluralidad del pensamiento colectivo y de las voces disidentes. Contrario a los gobiernos de caudillos o totalitarios donde sólo una voz, la del líder político, es la que debe escucharse. Hay que ir a predicar entre las/os ateos, entre las/os infieles, ante las/os descreídos, ante quienes han perdido la confianza de las/os políticos, de sus partidos o de las instituciones.

No somos ciudadanas/os amorfas/os, irracionales o mucho menos poco instruidas/os. Somos seres humanos con dignidad, únicos e irrepetibles. Nuestro valor está en nuestra diversidad al pensar, actuar y sentir. Para que eso suceda también es indispensable tener dirigentes, o mejor aún líderes o lideresas, cuyo lenguaje verbal esté enriquecido y renovado, para que pueda innovar y encabezar la trasformación que necesita esta sociedad.

*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM. Y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.

Twitter @juancarlosMX17

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