El Estado laico ha dado pasos hacia atrás en las últimas horas, en medio de la visita del Papa Francisco a México, en la medida que diversos gobernantes dado muestras amplias de su fe católica, por encima de las instituciones que representan, y que en estricto sentido están obligados a guardar distancia de su fervor religioso en respeto absoluto a las demás creencias espirituales.
De forma singular, el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas, exhibió sin recato su catolicismo con expresiones que vulneran la laicidad de las instituciones del Estado. Desde su asistencia a la ceremonia eclesiástica celebrada en Ecatepec hasta su posición manifiesta como ferviente católico.
Para muestra, ahí está la carta escrita por el mandatario mexiquense al Papa Francisco, a quien se refiere como “Su Santidad” y “Santo Padre”, en adjetivaciones que incluso han estado al margen del Pontífice argentino, que desde el inicio de su pontificado se ha autodenominado como “Obispo de Roma”.
En esa misma misiva, Eruviel Ávila pone por delante su fe religiosa, para exponer no sólo su amplio conocimiento del simbolismo católico –como el parangón de San Jorge para vencer el dragón con su petición de que Jorge Bergoglio ayude a imponer la justicia, la igualdad y el bienestar-; sino que además exterioriza su disposición para rezar por el Papa, de quien se despide con una frase contundente: “Que Dios lo bendiga”.
Si bien, la postura personal de Ávila Villegas pudiera considerarse afable y plausible para la mayoría de los 16 millones de mexiquenses, se estima que hay cerca de 3.2 millones que no profesan el catolicismo, a quienes la postura del gobernador estatal debiera ceñirse a su investidura institucional como mandatario mexiquense. Lo contrario puede asumirse como una afrenta para esa minoría que no comparte la creencia religiosa del titular del Poder Ejecutivo.
Por esa misma causa, el Estado laico toma sentido como un respeto irrestricto y muestra de tolerancia a las minorías, y en general a las demás creencias religiosas, tan válidas como el catolicismo con todo y el inmenso fervor profesado por una amplia mayoría de la población mexicana y mexiquense.
Lo más preocupante, para algunos sectores católicos, es que los gobernantes desarrollan sus actividades de cercanía al Papa Francisco, durante su visita por diversos estados del país, como parte de una promoción personal con fines político – electorales, sin que ello implique su real convencimiento de los preceptos religiosos que presumen pregonar.
Lo cierto, es que junto a Eruviel Ávila, otros gobernadores como Claudia Pavlovich de Sonora y Manuel Velasco Coello de Chiapas, han dado muestras que han vulnerado la laicidad del Estado mexicano. Sus acciones, expresiones o declaraciones han generado una serie de opiniones y críticas, a partir de su manifiesta religiosidad que no puede ser vista con normalidad por la naturaleza institucional del Estado laico que debe prevalecer en México.
Por tanto, se vuelve un asunto prioritario que las autoridades entiendan su rol social y asuman su responsabilidad institucional, para contemplar un respeto amplio por las demás creencias religiosas.