Parece inevitable, pero…
Por Israel Dávila
Enrique Peña Nieto, gobernador del estado de México, ha iniciado el asalto a la candidatura del PRI a la presidencia de la república. Aunque desde hace años viene trabajando en ello, –diario lo vemos en la televisión–, la semana anterior puso en operación su estrategia para generar la percepción de que su postulación como candidato del tricolor a la presidencia en los comicios del 2012 es inevitable.
Con los niveles de popularidad por las nubes, la calificación aceptable que le da la gente como gobernante, su primer lugar en las encuestas que miden la preferencia electoral rumbo al 2012 y la contundente victoria que logró su candidato, Eruviel Ávila, en los comicios de gobernador del estado de México, Peña Nieto quiere venderse como un político imbatible y de esa forma propagar la idea de que una contienda interna en el PRI no tiene sentido, porque simplemente no tendría competencia.
Peña Nieto dio un albazo al reunir a más de 500 presidentes municipales, diputados locales y federales en Casa Estado de México, para demostrar su músculo al interior del partido. Pero no sólo eso, logró que los asistentes le refrendarán lealtad y gratitud por lo que alguna vez hizo por ellos. Muchos llegaron a ser lo que son, por el apoyo económico y logístico que desde el estado de México se envía a otras entidades para apoyar a candidatos del tricolor.
Parte de la estrategia fue que, su amigo de la juventud, Jesús Alcántara Núñez cometiera “la imprudencia” de credencializar a los asistentes al encuentro, para acreditarlos como parte de la organización Expresión Política Nacional (EPN) que tiene como encomienda encumbrar a Peña Nieto en la silla presidencial.
Así se generaría la idea de que el gobernador tendría ya dispuesto un aparato electoral sólido en todas las regiones del país, que operarían estos alcaldes y diputados locales y federales que asistieron al cónclave y que por alguna razón, le deben algo a Peña. “Si él fue solidario con nosotros, es justo que ahora le paguemos, al menos con la misma solidaridad” se escuchó decir a alguno de los presentes.
Para reforzar esta idea, el fin de semana pasado, otra agrupación denominada Emprendedores por la Nación — también con las siglas EPN–, que no es otra cosa que un grupo más de porristas a las aspiraciones presidenciales de Peña Nieto, tomó protesta a sus comités estatales en diversos estados de la república. Lo mismo en Morelos, que en Tabasco, en Tlaxcala que en Baja California. Todos estos actos que fueron reproducidos, en portada, por decenas de periódicos locales de esas entidades.
Queda claro, porque así lo ha dicho, que Peña quiere que el candidato del PRI sea de unidad, tal y como ocurrió en el estado de México. Y más claro aun, que ese candidato de unidad debe ser él, por ser quien concita el mayor numero de simpatías.
No es gratuito que ayer, el propio mandatario reconociera que conforme se acerque el 2012, este tipo de agrupaciones cono EPN surjan para apoyar a actores que han sido vinculados con la carrera presidencial y menos fortuito la declaración de que el partido debe de ponderar qué aspirante tiene el mayor numero de simpatías o respaldos para tomar definiciones.
En esa tesitura, Peña Nieto quiere obligar al senador Manlio Fabio Beltrones, –único que intenta arrebatarle la aspiración presidencial–, a pactar desde ahora la candidatura y a evitar una confrontación estéril que a ninguno de los dos dejaría bien parado.
Peña, en efecto, parece inevitable. Sólo resta ver si no hay una traición.
