¿Qué le preocupa al PRI?
Israel Dávila
Llama poderosamente la atención que con una ventaja de tres a uno, el PRI no se sienta ya, como triunfador de la elección de gobernador del estado de México. En efecto, existe mucho ánimo y confianza entre el priismo mexiquense de que el 3 de julio ganarán los comicios contundentemente, pero aun existe un dejó de preocupación de lo que pueda ocurrir en campaña.
El lunes por la noche, Milenio Televisión dio a conocer los resultados de la encuesta de la empresa de Liébano Saenz sobre las preferencias electorales en el estado de México, donde dan una ventaja muy amplia del PRI sobre cualquiera de los candidatos de oposición. Al tricolor, sus aliados y su candidato le dan una intensión del voto del 47 por ciento; al PRD, PT y Convergencia con su abanderado le reconocen 15 puntos, y al PAN le conceden 14 puntos porcentuales.
Cualquiera pudiera suponer que la elección de gobernador en la entidad está resuelta, porque iniciar las campañas electorales con una desventaja de 30 puntos no es nada óptimo para ningún candidato. Menos lo es cuando sólo tienes 45 días para tratar de revertir esta situación y ponerte en un escenario de competitividad que te permita aspirar a la victoria.
Sí, el reto parece imposible, pero hay quienes aseguran que en política todo es probable.
Bajo esta perspectiva, tendría que suceder una catástrofe para que el PRI no se alzara con el triunfo. Que se conjuntaran varios factores para impedir que el tricolor, no siguiera gobernando esta entidad, lo cual parece altamente improbable.
Es cierto que para el PRI pierda la elección, alguno de los candidatos de oposición debe concitar la simpatía en el electorado haciendo una campaña atractiva. En el papel Alejandro Encinas, impulsado por el PRD-PT-Convergencia se vislumbra como el candidato con mayor posibilidad de crecimiento. Es quien tiene más experiencia de los tres aspirantes al gobierno del estado, con un bagaje ideológico sólido, discurso claro, sencillo y cercano a la gente. Mediáticamente también es atractivo, no por su imagen, sino por sus ideas y conceptos. Sin embargo, ,se ve muy complicado que por estas razones pueda reponerse a una ventaja tan amplia como la que marcan la encuestas.
Entonces se tendría que sopesar el escenario de la declinación de uno de los opositores. Si Encinas crece, quien debería renunciar a la candidatura para apoyar al otro aspirante, es el panista Luis Felipe Bravo Mena, pero si es el contrario, muy difícilmente Encinas cedería ante el panista.
En cualquier caso de declinación, tampoco sería suficiente para alcanzar el nivel de intensión del voto que tiene el PRI. Entre ambos candidatos opositores apenas llegan al 30 por ciento, frente al 47 que tiene el tricolor. Claro está que habría que sumarle uno puntos más al hecho de que unida la oposición, se puede generar la idea en el electorado de que la alternancia es posible.
Pero más que estos dos factores antes mencionados, lo que más preocupa al PRI, es que durante la campaña o al final de esta, se pueda detonar un escándalo de gran magnitud, en el que se vea involucrado un acto importante del priismo, y que el tricolor no tenga capacidad de respuesta.
No es gratuito que desde hace un año, el PRI y el gobierno del estado, tengan la cantaleta de que habrá “una guerra de lodo” sobre los actores del priismo mexiquense, en especial del gobernador Enrique Peña Nieto.
Tampoco es fortuito que el candidato priista Eruviel Ávila y el dirigente nacional de este partido, Humberto Moreira, hayan pronunciado de manera abierta su exigencia para que la Procuraduría General de la República no sea usada como instrumento político y se pudiera recurrir a filtraciones como las hechas en enero, unos días antes de la elección en Guerrero, cuando se involucró al candidato tricolor al gobierno de esa entidad, con el narcotráfico.
Apenas el domingo pasado, la revista Proceso difundió la especie de que hubo la amenaza al PRI de que no aprobar la nueva Ley de Seguridad Nacional, cuestionada por varios sectores por abrir las puertas a la militarización del país, entones se darían a conocer “expedientes negros”, de gobernadores del PRI con vínculos con el narcotráfico, que en la lógica política podría impactar negativamente en la elección del estado de México.
Aun cuando va arriba en las encuestas, el PRI ha adoptado la postura de víctima, que correspondería más a la oposición. Se pretende asumir como el bueno, el bien portado, y el que pondrá la otra mejilla, ante cualquier ataque.
Es lógico que el PRI espere un embate de la oposición hacia sus prominentes cuadros, pero llama la atención que haya preocupación de que los efectos de estos embates puedan ser devastadores. Por algo será.