Francisco Ledesma / La campaña de las ausencias
Un ingrediente fundamental de Morena en sus más recientes campañas electorales, ha sido el activo de Andrés Manuel López Obrador como factor en la promoción de sus candidatos; pero además, el acompañamiento por parte de sus liderazgos nacionales más visibles -aspirantes presidenciales con alta simpatía-, lo que genera una alta expectativa entre los votantes para fortalecer la cargada de los candidatos morenistas, quienes han logrado ganar en 21 de 30 entidades que se han disputado, durante los últimos cinco años.
Desde ahora, Delfina Gómez podría tener ya agendada la visita de sus dirigentes nacionales, gobernadores, integrantes del gabinete y hasta liderazgos locales para nutrir sus actos de campaña electoral; y con ello, robustecer los elementos discursivos, que sus detractores acuñan como una de sus mayores debilidades.
En el diseño de Palacio Nacional, se ha distribuido el Estado de México por regiones, para que los operadores políticos de jerarquía nacional tengan alguna responsabilidad electoral en los comicios de 2023; lo que pondera la importancia para la agenda presidencial, y de paso, evita dejar el peso de la elección en algunos grupos locales que tanta desconfianza le generan.
En esa suerte, es posible advertir a Mario Delgado, Citlali Hernández, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto, Horacio Duarte, Mariela Gutiérrez, Higinio Martínez y Fernando Vilchis en la campaña electoral; como una gran cargada que le permitirá a Delfina consolidar sus preferencias electorales.
En la acera de enfrente, el priísmo aún deshoja la margarita para decantarse a favor de Alejandra, Ana Lilia o Laura como su eventual candidata a la gubernatura, pero quien resulte ungida, desde ahora deberá estar preparada para afrontar una campaña de vacíos; sin liderazgos nacionales (senadores, diputados federales o mandatarios) que la acompañen, y un proselitismo donde preferirán que la dirigencia nacional se mantenga distanciada; además de una profusa defenestración a sus recientes activos.
A diferencia de Morena, en la lista de priístas ya no aparecen gobernadores que pudieran hacer campaña en el Estado de México. El único vigente para entonces será Miguel Riquelme -con su propia sucesión como desafío-; y el mexiquense, Alfredo Del Mazo, que se mantendrá al margen, para evitar cualquier rispidez o enojo por parte del presidente, López Obrador, en la etapa final del sexenio.
Con el descrédito que carga Alejandro Moreno, lo más conveniente para el proselitismo priísta es que simplemente no tenga presencia visible. Hoy ser amigo de Alito resta más, de lo que eventualmente pudiera sumar en votos.
Tampoco se podrá contar con las figuras de los exgobernadores. Eruviel no tiene capital político ni en Ecatepec; Peña Nieto no viene al país ni a eventos familiares; Montiel y Chuayffet pueden ser un lastre adicional en tiempos electorales; y César es un ave de mal agüero en toda campaña que pretende tocar: no gana ni en las canicas de la feria de San Miguel Totocuitlapilco.
Pensar en exdirigentes priístas, exalcaldes y exdiputados, es solo abonar a la defenestración política de un partido que ha perdido votos a pasos agigantados. Algunos de los aspirantes que ya han dado un paso al costado están involucrados en la Estafa Maestra de Sagarpa o Sedesol; y es mejor mantenerlos a distancia.
Por último, salir a hacer campaña con los resquicios del panismo y del perredismo, sólo trae a la memoria las portadas del periódico Reforma, lo cual podría ser una razón de peso para votar en contra de los prianistas.
Desde ahora, quien resulte candidata del priísmo debe afrontar que será una campaña de vacíos, y de recorrer la campaña en solitario, a pesar de la unidad.
La tenebra
Otro factor fundamental será revisar los círculos más cercanos que acompañan a las aspirantes; porque ni ellos van a poder subir al templete a lanzar una arenga electoral.
