Redacción
Un total de 108 consejeros estatales del Partido Acción Nacional elegirán el próximo domingo a su nuevo presidente en el Estado de México. La disputa sólo registró un par de candidatos: Jorge Inzunza Armas y Oscar Sánchez Juárez, que engloban a los grupos políticos confrontados y que buscarán hacerse del poder del blanquiazul para los próximos tres años, donde se incluye la elección intermedia de 2015, que renovará ayuntamientos, diputados locales y federales.
Sucumbido en la peor derrota comicial de su historia desde 2009, y con una repetición dramática en los comicios de 2011 y 2012, el PAN en la entidad se ubica como tercera fuerza electoral. En los últimos dos comicios locales, el panismo enfrentó la desaparición del corredor azul, lo que implicó la derrota en municipios como Naucalpan, Tlalnepantla, Cuautitlán Izcalli y Toluca.
En 2006, con el ascenso al poder del calderonismo, el entonces alcalde de Tlalnepantla Ulises Ramírez, se convirtió en coordinador de campaña del aún Presidente de México, y en esos mismos comicios ganó una senaduría.
Desde esa posición de privilegio y con una envidiable cercanía al coordinador de campaña, Juan Camilo Mouriño, Ulises Ramírez diseñó una estrategia de control y poder que le permitió controlar al panismo hasta nuestros días, a través de su persona –como delegado del partido en 2009- y por medio de Sergio Octavio Germán Olivares –actual dirigente del PAN desde 2010.
Actualmente, Ulises Ramírez es coordinador de los diputados locales del PAN, y es responsabilizado por sus detractores de la hecatombe panista de las últimas elecciones en la entidad. Pero Ramírez no se intimida, y sin recato empuja la candidatura de Oscar Sánchez Juárez –ex coordinador de los diputados locales y fallido candidato a senador en el estado-.
La estrategia de Sánchez Juárez es hacer creer a los consejeros estatales que su triunfo es irreversible, y con ello, desalentar su asistencia a la elección del próximo domingo, o generar una “cargada” política suficiente que le otorgue el triunfo en los comicios internos.
En la acera de enfrente, Luis Felipe Bravo Mena, y los panistas más conservadores –ex dirigentes todos ellos- como Astolfo Vicencio, Noé Aguilar, José Luis Durán, Juan Carlos Núñez Armas y Francisco Gárate Chapa empujan con fuerza la candidatura de Jorge Inzunza y arrebatarle de un plumazo el control político al llamado Grupo Tlalnepantla, dominado por Ulises Ramírez.
Inzunza, ha sido un par de ocasiones diputado local. De un trato discreto, ha encabezado diversas comisiones legislativas, y en la pasada legislatura local coordinó la bancada panista, cuando su hoy rival Oscar Sánchez decidió contender por una curul en el Senado, de cuya contienda sacó el tercer lugar.
Bravo Mena –ex candidato a gobernador en 1993 y 2011- fue secretario particular de Felipe Calderón y bajo esa bandera manda mensajes de que la línea calderonista obedece a la candidatura de Inzunza. Mientras que Ulises parece desdibujado de la protección presidencial, desde que cayó en desgracia tras el desplome del avión en que viajaba el entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, de quien era su coordinador de asesores.
Hoy la cercanía de Ulises está con Gustavo Madero –dirigente nacional panista- con quien compartió curul en el Senado de la República. Madero y Calderón como se sabe, están tan confrontados como Ulises y Bravo Mena en el Estado de México.
El grupo político de los Bravo boys, como se le conoce a Luis Felipe Bravo y sus leales colaboradores, tienen una oportunidad coyuntural única para quitarle el control panista a Ulises Ramírez, que ya mantiene por más de seis años.
Los consejeros estatales parecen estar valorando los perfiles, las trayectorias, pero sobre todo a quien dejar el poder del panismo, cuando falta una semana para que Felipe Calderón abandone su oficina en Los Pinos.