Redacción
A menos de 24 horas de que se efectúe la sesión ordinaria de su Consejo Político Nacional, la cúpula del PRI enfrenta un encono en la definición de su proceso de selección de cara al candidato. El círculo cercano al ex gobernador del Estado de México Enrique Peña Nieto se manifiesta por determinar este sábado dicho método, y que sea a través de una consulta a la base -donde el de Atlacomulco lleva una amplia ventaja-; mientras que el grupo aliado al senador Manlio Fabio Beltrones sostiene que eso llevaría a la ruptura y se pronuncian por una convención de delegados que no otorgue «dados cargados» a ninguno de los contendientes.
La dirigencia nacional encabezada por Humberto Moreira -aliado de Enrique Peña- pretende que este sábado sea votado en fast track el método de selección, para lo cual los estatutos priístas contemplan tres escenarios: candidatura de unidad -situación imposible frente al inminente registro de dos aspirantes-; convención de delegados -que implicaría un proceso cerrado en un equilibrio de fuerzas entre Beltrones y Peña-; y consulta a la base -que consiste en una votación abierta a la ciudadanía, donde el mexiquense es puntero absoluto de la contienda-.
Al interior del priísmo, las voces del peñismo se hacen sentir de los secretarios de Operación Electoral y Organización; Miguel Ángel Osorio Chong -ex gobernador de Hidalgo- y Ricardo Aguilar Castillo -ex dirigente del PRI mexiquense-, quienes operan lo necesario para decantar el método de selección a favor del ex mandatario estatal. Mientras que los sectores del priísmo, en voz de Emilio Gamboa Patrón -líder de la CNOP- y de Gerardo Sánchez -líder de la CNC- han manifestado que es necesario una contienda pareja, y que evite en todo momento la división.
Ayer, el ex candidato presidencial Francisco Labastida Ochoa -actualmente senador y aliado de Beltrones- amagó con no asistir a la sesión del Consejo Político Nacional del PRI de este sábado, en lo que calificó una «simulación» para determinar el proceso de selección -cuya propuesta será la consulta a la base-, la cual dijo favorece a un solo candidato. Los dados cargados que pretende imponer Moreira han desatado las inconformidades al interior del priísmo, que observan el riesgo de una división, pues argumentan que una elección abierta llevaría a la confrontación directa entre los aspirantes presidenciales.
Los peñistas están convencidos de que su posicionamiento electoral en población abierta, los llevaría a un triunfo inobjetable, con base en la movilización ciudadana, a través de operadores políticos ya desplegados en todo el país. Además de que sería un aliciente para mostrar el músculo de preferencia electoral con que cuenta Peña Nieto, y mandar un mensaje a la oposición -PAN y PRD- de la capacidad de sufragios que pudiera atraer el mexiquense en la elección constitucional prevista para el 1 de Julio de 2012.
Por su parte, los beltronistas -conscientes de su desventaja en población abierta- saben que una convención de delegados, obligaría a un equilibrio forzoso de cuadros que representen a ambos precandidatos presidenciales. Más allá del músculo político con que cuenta el PRI, agregan, lo importante por ahora es guardar la unidad al interior del partido. En voz del propio Labastida Ochoa, lo que ha generado la consulta a la base para seleccionar candidato -método usado en 2000 y 2006- ha sido una profunda división entre la militancia, cuyas heridas no cicatrizan en un corto tiempo para enfrentar juntos la elección presidencial del año entrante.
El método no es un asunto novedoso al interior del priísmo. Ya en 1999, el tricolor implementó la consulta a la base para elegir candidato presidencial. En aquella ocasión se inscribieron Manuel Bartlett -secretario de gobernación con Miguel de la Madrid-; Humberto Roque Villanueva -ex dirigente nacional del PRI-; Roberto Madrazo Pintado -gobernador de Tabasco- y Francisco Labastida Ochoa -secretario de gobernación con Ernesto Zedillo- a la postre candidato del priísmo. El resultado fue desastroso, por el encono pronunciado con el equipo de Madrazo, quien generó un vacío en la campaña electoral del hoy senador de Sinaloa.
En 2005, el PRI volvió a intentar por la vía de la consulta a la base, en cuyo proceso se inscribieron tres personajes: El ex gobernador del Estado de México, Arturo Montiel Rojas -quien declinó a la mitad del procedimiento con severas acusaciones de enriquecimiento ilícito-; nuevamente Roberto Madrazo -quien en la víspera había renunciado a la dirigencia nacional del PRI-; y un desdibujado Everardo Moreno -cuya precandidatura fue sólo testimonial- al conseguir apenas 158 mil votos, frente al 1.5 millones de sufragios que consiguió el tabasqueño.
El resultado en la elección constitucional fue otra vez de un divisionismo profundo. La campaña de Roberto Madrazo se fue desdibujando. Los aliados de Arturo Montiel vieron en Madrazo un traidor de su propio partido, al acusarlo de filtrar la información que acabó con la carrera política del mexiquense. El PRI sucumbió con un dramático tercer lugar en las votaciones.
De nueva cuenta, el priísmo parece apostarle al método de consulta abierta para favorecer a Enrique Peña Nieto, puntero en las encuestas electorales de 2012 desde hace casi cuatro años, y que como ha dicho el presidente Felipe Calderón, existe un candidato que se cree «invencible» y un partido que se cree «inefable».