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OFF THE RECORD 08-07-2021

Toluca, Edomex; 8 de julio de 2021.- Los resquicios del PRD están a punto del colapso tras el desastroso resultado electoral del mes de junio. La política de alianzas fue un fracaso rotundo para la franquicia. Se perdió Nezahualcóyotl, el último bastión electoral. En la legislatura estatal no tuvo avance alguno y su presencia será marginal, apenas testimonial. El balance es negativo frente a la falta de identidad partidista y ausencia ideológica. Un desastre absoluto.

En esencia, durante las últimas semanas, el dirigente estatal del sol azteca Cristian Campuzano parece haber unido a las distintas corrientes, pero en su contra. En un intento fallido, el todavía líder perredista convocó a una mesa política para hacer una evaluación de las elecciones, sin embargo, las tribus le hicieron un vacío, y realizaron encuentros por separado. Los perredistas que quedan son muy pocos, apenas para apagar las luces, y están muy divididos.

Aliado con los Chuchos de Nueva Izquierda, Cristian Campuzano acaricia la idea de mantenerse como dirigente del PRD en la entidad. Enfrente dos corrientes juegan en su contra: por un lado, Vanguardia Progresista de Omar Ortega; y por otra parte, ADN de Héctor Bautista y Javier Rivera. Es decir, los mismos apoyos que llevaron a Campuzano al poder del partido, ahora planean un consejo estatal extraordinario, que pudiera culminar en un golpe de estado para destituirlo.

Lo cierto es que, el perredismo ha entrado en una disyuntiva desde hace una década cuando comenzó su política aliancista con el PAN. Después vino el surgimiento de Morena; y con ello, algunas tribus perredistas saltaron del barco. Higinio Martínez junto con otros grupos políticos construyeron el partido fundado por López Obrador, y en consecuencia, las estructuras electorales colapsaron. El ascenso de Morena fue directamente proporcional al declive del PRD estatal.

En la más reciente elección, PAN y PRI decidieron adoptar al PRD, bajo la conveniencia de mantener a un partido de una izquierda moderada, que en el futuro de mediano plazo se mantenga en el espectro político como una alternativa frente a Morena. En un puñado de municipios y distritos, el perredismo fue factor para obtener triunfos electorales. Y eso, en la coyuntura electoral reciente fue benéfico, aunque ninguna condición es para siempre.

La suerte del PRD está echada. Llegará a la elección de gobernador desdibujado. Lejos de la izquierda progresista que detenta el poder en el país. Y con una preferencia electoral marginal para integrarse a una eventual coalición prianista. Su sobrevivencia estará en juego en los comicios de 2024, para sortear la permanencia de su registro partidista. Su política de alianzas ha pulverizado a sus votantes, mientras su agenda legislativa no trasciende de lo mediático.

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