Toluca, Edomex. 25 de junio de 2018.- Las campañas electorales han llegado a su fin, pero esa condición ha agudizado la violencia política en la víspera de los comicios. El clima electoral ha elevado las tensiones entre partidos, candidatos y equipos de campaña. Las contiendas electorales rebasan los contrastes entre propuestas de campañas. En los últimos días, se advierte una descomposición de la paz social, y se pone de manifiesto un escenario hostil. Los partidos y candidatos inhiben la votación de sus opositores. Nadie se salva, porque las amenazas, las denuncias y las agresiones saltan de todos lados.
Las encuestas electorales ya no podrán difundirse a partir de este lunes, para evitar que influyan en la decisión del electorado. Sin embargo, los partidos y sus candidatos todavía mantienen incertidumbre en muchas elecciones municipales. Es ahí donde pretenden incidir en los últimos tres días de campaña. Nada está escrito, y la operación electoral del domingo, todavía podría ser determinante para el futuro político de los municipios, y la gobernabilidad del estado. El Estado de México podría dividirse en tercios, y eso está presupuestado hasta por el delmacismo.
Más allá de las encuestas, en municipios semirurales resulta interesante el comportamiento de los cierres de campaña. Las concentraciones masivas pueden decantar los votos indecisos por aquellas opciones que tienen capacidad para movilizar a sus estructuras electorales. En los municipios urbanos, otro factor a considerar es la acelerada «guerra sucia» que ha proliferado en las redes sociales. En la recta final de las campañas, los medios digitales tendrán una acentuada actividad que se convertirán en factores para favorecer o desfondar a sus candidatos.
Pese a las dificultades que enfrenta en muchas encuestas, el priísmo logrará polarizar las elecciones en al menos treinta de municipios. Ahí se disputará la prevalencia del poder público con Morena, su enemigo a vencer el próximo 1 de julio. Mientras los morenistas le apuestan al efecto AMLO; en el PRI siguen concentrados en afinar a su maquinaria electoral. El pronóstico es reservado. El voto duro vs el voto de castigo. En esa apuesta electoral se concentran al menos 15 de los alcaldes priístas que buscan la reelección, y están en condición de conseguirlo.
Ante la posibilidad de contiendas electorales de alta competencia, el proceso postelectoral se puede resolver en los tribunales. Sobran los casos que en los últimos 15 años han revertido los resultados oficiales: ya sea por anulación de casillas o de elecciones municipales. A nadie le conviene la incertidumbre de comicios que se pelean en el escritorio y no en las urnas. Sin embargo, los partidos ya acumulan una serie de «pruebas» para afrontar los «fraudes», las trampas y las acusaciones mutuas. Las elecciones son, a veces, un ejercicio de impunidad.
El gran fracaso de la coalición entre PAN y PRD se puede establecer en la falta de operación política de panistas a favor de candidatos perredistas, y viceversa. La conclusión es que, ambos partidos, PAN y PRD se la jugarán en solitario. A una semana de la elección, es prácticamente improbable que el panismo le transfiera votos al perredismo, o bien, que el perredismo le ayude a ganar algún municipio al panismo fuera de presupuesto. El mayor costo lo podría absorver el PRD, que frente al crecimiento de la izquierda obradorista está a punto del colapso electoral.
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