OFF THE RECORD 13-06-2025

Toluca, Edomex; 13 de junio de 2025.- La decisión está tomada. El Instituto de Transparencia y Acceso a la Información del Estado de México desaparecerá en las próximas semanas. A decir verdad, es que nadie lo extrañará en el ejercicio del poder público, porque a lo largo del tiempo, tampoco se constituyó en el contrapeso frente a la opacidad de los gobiernos estatal y municipales. Durante dos décadas, sirvió de refugio para la clase política mexiquense; y un pernicioso reparto de cuotas partidistas. Muy pronto perdió su esencia institucional por las componendas políticas que todo lo impregnan y lo contaminan.

 

El ahorro presupuestal está garantizado. Lo que preocupa es avanzar en el acceso a la información como un derecho ciudadano. Y que los gobiernos, sin distingo partidista, tengan la voluntad de transparentar todas sus acciones. El denominador común de todos los entes públicos, incluidos los autónomos, es ocultar o burocratizar el acceso a la información pública. La transparencia debiera ser un asunto de voluntad política. Con la desaparición del Infoem, el acceso a la información quedará en un asunto de fe, porque paso a paso, se pierden los contrapesos autónomos del régimen político.

 

El morenismo mexiquense cumplirá muy pronto con la agenda política nacional. La Secretaría de la Contraloría (donde ahora se pugnará por la transparencia gubernamental) ha sido, hasta ahora, una de las dependencias de menor trascendencia en dos años del régimen morenista; lo que siembra más dudas que certezas. Cuando se anunciaba que se iría contra actos de corrupción de los últimos dos sexenios priístas, fue más fácil despedir al funcionario que llevaba las indagatorias, antes que proceder contra los exservidores corruptos. Se ahorrarán recursos presupuestales, pero se puede pagar un costo muy alto de opacidad.

 

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Morena ha volteado la mirada hacia la renovación de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México (Codhem). Es ahí, en la defensa de las garantías individuales en donde la izquierda progresista debiera tener una de sus banderas de mayor fortaleza. La Codhem requiere de esa transformación prometida en el régimen morenista. Dejar atrás el protagonismo, el boato y la frivolidad que durante los últimos años ha privado en la institución. No puede haber vocación de servicio, cuando se imponen barreras físicas y estructurales (hasta en los edificios que resguardan sus oficinas) para enaltecer a las figuras de quienes ven en la Codhem un trampolín personal o político.

 

El problema no es Myrna García o antes Jorge Olvera. La Codhem es una institución que en los últimos años ha resultado muy costosa, no sólo presupuestalmente, su mayor costo es el político, porque ha extraviado el sentido de existencia. Los gobiernos han asumido que la Codhem es un organismo que los premia y les aplaude, antes que estar sujetos a su vigilancia o sus recomendaciones. Se espanta la oposición de que se han perdido contrapesos en el gobierno, cuando ellos contribuyeron a borrar a la defensa de los derechos humanos durante la última década. La elección de la presidencia de la Codhem es oportunidad genuina para recuperar su responsabilidad pública.