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OFF THE RÉCORD

Aunque duela decirlo, la bancada del PRI mexiquense está anoréxica y bulímica. Es una caballada en exceso flaca. Cuando han pasado dos meses de trabajo legislativo, los diputados federales fueron desplazados de las presidencias de las comisiones de Presupuesto, Justicia, Comunicaciones y Derechos Humanos. Su peso no se siente, ni se escucha, ni dialoga en los grandes acuerdos legislativos. De pena ajena.

Otro síntoma de su debilidad, es su ausencia en los espacios de opinión pública. Los grandes declarantes en San Lázaro son Beltrones, Bernal, Mayorga, Añorve, Murillo, y otros más, pero ningún mexiquense que asome la cabeza. Lo más destacado parece la recurrente actividad tuitera de Alejandra del Moral que anuncia hasta cuando come en Los Cristales de la Cámara Baja para ver si así acapara algún reflector.

El nivel de otros es de simples gestores sociales. Rebasados por la política nacional, limitados en su operación o reducidos por su poca instrucción académica, hay legisladores dedicados al reparto de cemento, inauguración de calles y tomarse la foto en el distrito que fueron electos, quizá porque en San Lázaro se pierden entre las 500 curules existentes, donde por más que se esfuerzan no figuran en lo absoluto.

 

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El Estado de México sufrirá dentro de poco la renovación de sus ayuntamientos. La situación que padecen millones de mexiquenses, es que elecciones van y vienen, partidos gobiernan y otros los remplazan, y simplemente las condiciones de planeación, servicios públicos y hasta asuntos de corrupción prevalecen casi de forma irremediable. La democracia no les ha dado resultados de efectividad.

Los partidos políticos en general, están ocupados en conservar el poder, o en quitar al de enfrente por la nómina que representan. Mientras que los gobernantes también se ocupan de saltar de un cargo a otro. El fenómeno de chapulines fue tan lamentable como evidente en los comicios de julio, alcaldes que hoy son diputados y viceversa, en un disfraz de reelección simulada para seguir en el presupuesto.

Las grandes batallas son los municipios más robustos poblacionalmente. Es ahí donde está el mayor número de votos, y también los presupuestos más generosos. Es en esos ayuntamientos, donde la cobija se estira y alcanza para todos. Por eso los grandes fracasos del PRI fueron Atizapán y Neza, luego de haberse pintado casi todo de rojo en los comicios intermedios de 2009. Ahí está la evaluación del partido y su dirigencia.