La visita de Barack Obama está transformando la vida rutinaria de los toluqueños. El Ayuntamiento de Toluca invertirá junto con el gobierno estatal recursos extraordinarios para embellecer las calles por donde pasará el presidente de Estados Unidos el próximo 19 de febrero. La capital mexiquense se convertirá en un búnker y en la zona más segura del país al menos por 72 horas. El operativo de vigilancia y resguardo durará un día antes y uno posterior a la visita del mandatario norteamericano.
El centro histórico de Toluca será literalmente clausurado el miércoles 19 de febrero. No habrá actividades comerciales, ni tampoco de gobierno. Nadie, absolutamente nadie, podrá transitar por el primer cuadro de la ciudad. Los traslados de Obama están siendo cuidados hasta el más mínimo detalle, para evitar contratiempos y destacar la anfitrionía de Enrique Peña en la tierra que gobernó hace algunos ayeres. El Servicio Secreto y la Embajada de Estados Unidos prácticamente viven en Toluca previo a dicho encuentro trilateral.
Tras la reforma energética, donde se prevé amplia participación de capital privado proveniente de los Estados Unidos para el sector de hidrocarburos, la que se celebrará en Toluca será la primera reunión entre Obama y Peña. El Tratado de Libre Comercio ahora abundará sobre sectores mucho más amplios, y anote ahí también al área de las telecomunicaciones. La prioridad de Estados Unidos se ha convertido en lo económico, relegando el tema de la inseguridad.
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La cifra de ejecuciones en el Estado de México podría ser superior a lo que indican los reportes policíacos oficiales. De manera inusitada, los hospitales públicos de la entidad tienen registro de personas que son ingresadas por heridas de bala, y que posteriormente fallecen, derivado de enfrentamientos entre células del crimen organizado. Por tanto, se tienen imprecisiones en la lista de ejecutados en territorio mexiquense que ya suman 39 en este año.
No sólo eso, se muestra una sensible preocupación entre el personal médico, que ha sido objeto de amenazas por parte de quienes acompañan a los heridos, y que ponen en riesgo a la población en general –hospitalizada y familiares-. El caso más reciente se dio en un nosocomio de Naucalpan, donde en este 2014 advierten han existido dos casos de personas heridas, que después murieron, debido a los impactos de bala con que fueron ingresados para su atención.
Hasta ahora, nada se sabe de medidas de seguridad extraordinarias que pudieran disponer la Policía Estatal y la Secretaría de Salud. Parece que el asunto no les inquieta, o bien, no se ha dimensionado en su magnitud real. Las circunstancias de seguridad en el Estado de México se vuelven cada vez más complejas. Y lo más importante es que la estadística de homicidios vinculados al crimen organizado no sea manipulada por las autoridades ministeriales.