Vaya maldita coincidencia. A una semana de que Enrique Peña Nieto rinda protesta como Presidente de la República, en Guadalajara se inauguró una edición más de la Feria Internacional del Libro. Hace ya un año de aquella pifia del hoy Presidente electo cuando fue objeto de múltiples críticas por no recordar, ni nombrar tres libros con sus respectivos autores que hayan marcado su vida. La comunidad intelectual no lo olvida, y aprovechará la coyuntura para traer la anécdota a la memoria. Una difícil semana.
En contraparte, el próximo domingo se jugará la final del futbol mexicano. Los bromistas no han dejado de escapar la posibilidad para bautizar a la final del balompié como el Clásico del Grupo Atlacomulco al enfrentamiento entre Toluca en contra de Tijuana. Para la clase política mexiquense es un encuentro de ensueño, donde el campeonato estará en disputa entre la capital mexiquense y el equipo propiedad de Jorge Hank, hijo del emblemático profesor Carlos Hank. El chorizo está al alza en la bolsa de valores.
El palco de honor de la directiva del Toluca se apresta para recibir a los Pichardo, los Camacho, los Chuayffet, los Del Mazo y en un golpe de súbita suerte para los Díez Morodo, hasta la presencia de Enrique Peña –a 24 horas de que rinda protesta como Presidente de México-. En el palco de visitantes, se da como un hecho la presencia de Jorge Hank, de su hermano Carlos, y de Eduardo Bernal, convertido en el operador político del hankismo.
En la final del futbol mexicano no habrá perdedores. Si gana el Toluca, la alta burocracia mexiquense será la más oronda. Si ganan los Xolos, los Hank –incluido el exacerbado aficionado choricero de Humberto Benítez- sentirán un alivio porque es como si el trofeo se quedara en casa. En un año de claroscuros, donde Jorge Hank estuvo acusado de portación de armas, está en la antesala del triunfo deportivo, y alista su candidatura a gobernador por Baja California, con el arropo del próximo Presidente de México. ¡Ajúa!
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Luego del triunfo de Oscar Sánchez Juárez como dirigente del PAN en el Estado de México hubo un gran festejo en la sede del gobierno estatal. Para Eruviel Ávila Villegas y los suyos no hay nada más confortante que saber que el interlocutor de su gestión seguirá siendo Ulises Ramírez y su delfín Sánchez Juárez. Para el gobierno mexiquense, Ulises es acomodaticio, y parte del sistema político, en tanto que reconoce su pasado priísta. Desde ahí, la gestión de Enrique Peña, y ahora la de Eruviel han sostenido un amplio entendimiento.
Los grupos doctrinarios y más conservadores del panismo seguirán marginados, excluidos de las grandes decisiones, y dominados por el neopanismo. Dominará el Grupo Tlalnepantla inclinado a coincidir y acordar con el PRI. Para el PAN y sus fundadores, no es una buena noticia que Ulises permanezca en el dominio del partido, a base de billetazos y presa de los mismos, benefactor de la compra y venta de conciencias. Negro futuro.