Ni Plaza de los Mártires, ni Alameda Central. La Asamblea Estatal que buscará concretar el Movimiento de Regeneración Nacional con miras a constituirse en partido político, se llevará a cabo en Lerma, en el Centro de Convenciones del Estado de México. Ahí, se pretende que el tabasqueño, Andrés Manuel López Obrador alcance una concentración de tres mil personas. La sede tiene sus ventajas y desventajas. Pero Martha Hilda se salió con la suya de excluir a los “morenos” de la capital mexiquense.
La parte positiva es que en un lugar cerrado, Morena podrá sostener un mayor control de registro y acceso. Al IFE, en consecuencia, le será más sencillo acreditar la asistencia de todos los afiliados. Lo malo, siempre lo hay, simpatizantes del Morena no ubican la sede de la asamblea, o les será harto complejo llegar a la sede, muy a diferencia de si hubiese sido en Toluca. El reto de Morena es reunir sus afiliados y avanzar al registro.
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Todo apunta que Marco Antonio Morales será reelecto como comisionado de los Derechos Humanos del Estado de México. Ayer inició un procedimiento de trámite. Parece muy cantada la ratificación del ex rector de la UAEM al frente de la Codhem. Morales es un servidor del sistema, y en el sistema permanecerá. Ya lo demostró como rector UAEM y consejero electoral. Su cargo como ombudsman ha pasado por más pena que gloria, y ahí seguirá.
Morales ha entrado a una zona de confort. Respeta en gran medida al gobierno estatal, y las recomendaciones más severas y precisas, son a las policías municipales. No ha logrado recuperar la credibilidad que perdió la institución desde la endeble postura por San Salvador Atenco. Para muchos sigue siendo un elefante blanco, para otros, un brazo articulador y de una nómina abultada. Las instituciones se encuentran resquebrajadas.
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Muy preocupados y ocupados andan los panistas por tomar el control de su partido político. Ayer, Oscar Sánchez Juárez, -en calidad de dirigente del PAN- se reunió con alcaldes de extracción panista. El ex diputado local y admirador de Hitler, les leyó la cartilla a los azules para que respeten a la actual dirigencia. La escisión entre panistas es innegable, pero Sánchez Juárez intenta imponer la razón por la ruta de la obligación.
