El próximo mes de enero se cumplirá un año de las nuevas administraciones municipales y sigue sin haber castigo para quienes fueron acusados en su momento de desviar recursos públicos. Las haciendas municipales se encontraron quebradas, y en su momento, los ediles entrantes amagaron con proceder administrativa y penalmente en contra de los responsables. A un año de distancia decidieron ocultar la basura debajo de la alfombra.
Los casos más notables, pero no los únicos, eran los casos de Azucena Olivares en Naucalpan; David Castañeda en Atizapán de Zaragoza y Gustavo Vargas en Zinacantepec. Todo apuntaba para que los alcaldes salientes se convirtieran en los “Granier” y “Moreira” mexiquenses pero por razones ocultas e inexplicables les han perdonado la cárcel. Dejaron huellas del saqueo y las contralorías fueron muy condescendientes.
Hoy los alcaldes en funciones están más preocupados en su futuro político que en su quehacer de gobierno. Muchos de ellos ya están pensando en lo que sigue. Convertirse en diputados, saltar al gobierno peñista y su agencia de colocación de empleos, o mínimo afianzarse en el proyecto eruvielista. El cargo para el que fueron electos fue un mero trámite para su carrera política. Hay una gran desesperanza en los 125 municipios.
Los alcaldes que en diciembre rendirán su informe de gobierno salieron iguales o peores que sus antecesores. Es mínima la obra pública. Han vuelto a engrosar las nóminas de los municipios. El pago de facturas políticas resulta muy ostentoso para el erario. Proliferan las giras al extranjero sin objetivo claro. Prevalecen los lujos para mandos medios y superiores. La transparencia es el cinismo de quienes gastan el dinero de los impuestos.
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Un reto enfrenta la autoridad en Toluca. Ayer comenzó la venta de boletos para la liguilla del futbol, y de inmediato aparecieron los revendedores. La actividad ilegal es regulada por la autoridad municipal, pero sin duda, es solventada y permitida por la policía local. Omisión o contubernio, pero cada que el Toluca llega a las finales ocurre lo mismo. No falta el aficionado que paga hasta tres veces el valor original del boletaje.