La suplantación mediática
Francisco Ledesma
A dos semanas de que se concrete la asunción del poder del priísta Enrique Peña Nieto, queda demostrado que Felipe Calderón ya tiene un pie fuera de Los Pinos. Su influencia en las actividades formales está muy disminuida, y la proyección que concita las tareas de su gobierno ya pasan a un segundo plano. A nivel mediático, es de mayor interés periodístico las acciones del equipo de transición, que las cosas que pretende instalar en la agenda pública la administración calderonista que está a quince días de fenecer.
La agenda pública de la semana que termina se la ha llevado, por un lado la aprobación de la reforma laboral por el Senado de la República, y que obliga a la promulgación de la nueva Ley Federal del Trabajo por parte del Ejecutivo Federal. Y por otra parte, la reestructuración anunciada por Peña Nieto para eliminar las Secretarías de Seguridad Pública y de la Reforma Agraria, como parte de una redefinición de la estrategia contra el crimen organizado.
Aunque se pretende instalar en la referencia pública, que la reforma laboral se instaló en el debate como parte de una iniciativa preferente presentada por Felipe Calderón, en los hechos, lo que se aprobó fue una legislación que se adecuó a los intereses del peñismo, para generar condiciones de flexibilización en la contratación y la generación de nuevos empleos.
Se dejó de lado la parte de derechos colectivos que impulsó Calderón como una situación dogmática, y que no se ajustaba a los consensos legislativos. Y aunque la promulgación de la nueva Ley será una medalla en el cuello del presidente saliente, es obvio que los beneficios de contratación serán para el presidente electo, y que dará sus mayores resultados en el tercer trimestre del año entrante, con una creación adicional de hasta 300 mil empleos formales.
En lo que hace a la reforma de la administración pública, Peña ha instalado en el debate la necesidad de suprimir la Secretaría de Seguridad Pública, una de las principales insignias panistas, que fracasó en el imaginario colectivo y que obtuvo saldos negativos, en el escándalo de montajes televisivos que protagonizó de mala manera Genaro García Luna, uno de los funcionarios consentidos de Calderón. La SSP tiene pues sus días contados.
También ha logrado incrustar en la agenda pública la creación de la Comisión Nacional Anticorrupción, como una bandera de sepultar uno de los principales lastres priístas. Y que además resultó ser una consigna en que el panismo quedó mucho a deber, mucho que desear. La estela de luz, fue tan sólo un ejemplo y quizá el más evidente, de la poca trasparencia que ejercieron los gobiernos panistas en el ejercicio del poder y el gasto público de sus gestiones.
Con una semana impregnada por los temas que a Peña Nieto le interesan, es muy claro que Calderón ya quedó rebasado por el tiempo, el espacio, las circunstancias y la agenda pública. El interés mediático se ha plegado paso a paso y día a día al gobierno que viene, y se ha replegado del gobierno que se va. El tiempo del calderonismo se ha terminado, en una curva descendente, inevitable e impostergable de su poder. Mientras que el peñismo en la curva inversa, de ascendencia al ejercicio del poder, se ha comenzado a instalar en la agenda de los medios, en el debate público, y en el interés colectivo.
Calderón abandonó Los Pinos hace un par de semanas, para que los nuevos inquilinos hagan los ajustes necesarios de su nueva morada. Y desde esta semana, el panista ha comenzado a abandonar las páginas de periódicos y los espacios de medios electrónicos, porque su gobierno agoniza insufriblemente.
Su contraparte, Enrique Peña y su equipo de transición ocupan ya el mayor interés de los poderes formales y fácticos. Ocupan y amplían su posicionamiento mediático, en lo que será el inicio de su administración, en un escaso y inaplazable tiempo de quince días.
La tenebra
Calderón buscará quedarse con su partido. Influir y decidir lo que del panismo queda, y lo que pretende construir desde ahí, para el próximo sexenio como oposición y su anhelado regreso al poder.