Redacción
En los últimos 45 días el Estado de México ha sido víctima de una saturación de spots por parte de los candidatos a la gubernatura estatal. Desde la historia del vidriero que permanece con su mismo peluquero; hasta el político que crítica los grandes lujos y la omisión de los feminicidios. Sin olvidar al candidato, que se da baños de pueblo para escuchar al electorado por todos lados, aunque sea sólo en tiempos de proselitismo.
En una campaña sin precedentes, se realizaron cuatro debates entre los candidatos a la gubernatura mexiquense. Dos de ellos oficiales, se organizaron por el Instituto Electoral del Estado de México. Y otro par, se efectuaron por convocatoria de Televisa. Eruviel Ávila Villegas, Luis Felipe Bravo Mena y Alejandro Encinas se enfrentaron en agrios debates que permitieron medir su estatura política, su congruencia ideológica, su capacidad oratoria y sobre todo, la viabilidad de sus propuestas.
La que termina, ha sido una campaña electoral distinta en algunos factores. Por ejemplo, desaparecieron los pendones en los postes, y la basura plástica que reflejaba a los rostros de los candidatos de poste a poste, lo que contaminaba visualmente la imagen urbana de las calles mexiquenses. Por segunda ocasión en tiempos electorales, los candidatos estuvieron imposibilitados de contratar spots en radio y televisión. Lo escuchado y visto en medios electrónicos formó parte de los tiempos oficiales del Estado usados con fines electorales.
No obstante, hubo condiciones que no se modificaron. El despilfarro de recursos, la coacción del voto, el clientelismo electoral, la competencia desigual. La oposición dividida, los largos discursos, las promesas facciosas, la intolerancia ideológica. La confrontación, la intolerancia, las campañas negras, la descalificación mutua, y la doble moral de los contendientes. El dispendio del activismo, los regalos por votos, los automóviles a la eficiencia, y los cargos públicos como componendas políticas de las campañas electorales.
A partir del primer minuto de este jueves, se abre un periodo de veda electoral de 72 horas para que los candidatos a la gubernatura mexiquense dejen atrás su proselitismo, y el elector reflexione su voto. Sin embargo, parece que las cifras del abstencionismo, y del voto nulo –cada vez más creciente desde su promoción en los comicios de 2009- superarán cualquier movilización de los candidatos que buscan suceder al actual mandatario Enrique Peña Nieto.