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OFF THE RECORD

En menos de un mes, Isis Ávila –hija de Eruviel- se ha afianzado en la estructura política del Estado de México. Hace algunas semanas rindió protesta como Presidenta del DIF estatal, y ayer lo hizo como Presidenta Honoraria de la Cruz Roja de la entidad. Por ninguno de los cargos cobrará salario, pero su ascenso al poder, denota para muchos que su padre no quiere dejar el cargo de gobernador y ha comenzado a mandar mensajes.

Por el contrario, ha llegado el momento de que se consolide el eruvielismo, y por tanto el empuje de su propio grupo político, donde se ubica a Erasto, Gómez Monge, Raymundo, Alfredo Torres y Carlos Aguilar. A esa lista podrían sumarse otros, si el pago de facturas se lo permite, y los cambios en el gabinete se concretan. Ávila lo reitera, que fue electo por seis años, y por mientras no se ve fuera de sus oficinas ubicadas en Lerdo 300.

Algo que no se le podrá criticar a Eruviel es el manejo de su vida privada. Isis ha entrado a la escena pública obligada por las circunstancias políticas. En una decisión personal ha optado por asumir responsabilidades públicas. Alejado está Ávila de pretender fungir como una familia real para aparecer en las revistas del corazón. No está en su presupuesto de difusión propagar su vida privada, o la de sus hijos adolescentes. Un punto a favor.

Paulatinamente ha superado ya, el Bozzogate que lo sumió en una profunda crisis de su imagen pública. Aprendida debió estar la lección de quienes le asesoraron prestar el helicóptero a la conductora de Televisa, y en la más honda situación, pretender justificar sus vuelos con el argumento de que se trasladaron a otros medios de comunicación. Simplemente un control de daños más perjudicial que paliativo.

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A Martha Hilda le llueve sobre mojado. Arrancó el año con una ola de ejecuciones en zonas populares de Toluca. Luego fue señalada por la matanza de perros callejeros. Más tarde siguió una aguda crisis de inseguridad en toda la ciudad. Para completar el cuadro, vinieron los baches a descomponer la imagen urbana, y los problemas ahí no paran.

Para quienes habitan al norte de la capital mexiquense, les aqueja demasiado las obras que se realizan en el cruce de las vialidades Alfredo del Mazo con José López Portillo. El caos vial es a todas horas, el cierre de calles es intermitente, la presencia de agentes de tránsito es inútil y las alternativas viales son insufribles. Quienes viven ahí cerca, salen hasta con media hora antes de lo acostumbrado, y ni siquiera así se acostumbran.