Alfonso Arana Jiménez, se desempeña como Secretario del Ayuntamiento de Santiago Tianguistenco. Es hijo del diputado local priísta, Alfonso Arana Castro, pero tiene el comportamiento de un “pandillero”, consignó ayer en su edición impresa Reporte Índigo. El funcionario municipal está acusado de robo con violencia en agravio de un abogado, hechos que ocurrieron el pasado 22 de noviembre en una tienda de conveniencia en Santa Cruz Atizapán.
A través de las cámaras del comercio contiguo, se puede apreciar como Alfonso Arana Jiménez golpea la calavera del vehículo del abogado hasta romperla. El agraviado capta todo con su teléfono celular. Los agresores se retiran del lugar, pero cuatro minutos más tarde regresan. Los acompañantes de Arana Jiménez le exigen el teléfono al abogado, y junto con el aparato le roban 30 mil pesos, que traía consigo producto del cobro de honorarios.
La actitud es típica de prepotencia e influyentismo. El joven Arana Jiménez apela a que su cargo público y el proteccionismo dinástico de su padre, le permite hacer y deshacer. Lo que ha permeado hasta el momento es la impunidad lacerante. Por eso la ciudadanía manifiesta hartazgo, porque las autoridades no resuelven, y se envuelven en aspectos de autoritarismo, corrupción, opacidad. Ni el partido, ni el diputado han dado la cara.
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Una lección que dejan los actuales informes municipales es que el formato está agotado. Ni cumplen con el cometido de la rendición de cuentas, ni llegan a la población para la que supuestamente están destinados. Se trata de una triada de días, donde alcaldes vecinos intercambian loas entre sí. Un monumento a su egocentrismo y la adoración de su imagen pública. Es, además, la promoción anticipada del siguiente cargo que buscan ocupar.
También, enmarcan la simulación de obras de relumbrón o realidades maquilladas de los municipios que suponen gobernar. No hay autocrítica de lo que falta por hacer, de lo que se hizo mal, o de lo que por omisión resultó negativo. Si los informes fueran realidad palpable, los niveles de popularidad de los alcaldes serían simplemente inalcanzables. No existe concordancia entre lo que ahí se dice, y lo que acá se vive.
Fugazmente se ha ido un tercio de las administraciones municipales. Muy probablemente, la mitad de quienes hoy son alcaldes no culminarán sus gestiones. Buscarán en un par de años brincar a una nueva posición electoral como diputados federales o locales. Por lo tanto, para al menos 60 alcaldes, sólo les restan cerca de 15 meses y tirar la toalla de la alcaldía. Es el ciclo político electoral al que están acostumbrados.