La cuenta regresiva está en su etapa crítica. Resta un mes para que Enrique Peña asuma la Presidencia de la República. La rumorología se acentuará conforme se acerque la fecha de toma de posesión para hacer pronósticos en la conformación de su gabinete. Parecen muy pocos los nombres seguros que permanecerán en las áreas estratégicas de gobernabilidad. Pero personajes tan cercanos como Videgaray y Osorio Chong se mueven de posición en la terna.
Quienes ya parecen estar muy firmes son Ildefonso Guajardo en la secretaría de Economía; Emilio Lozoya como futuro canciller; y la ex perredista Rosario Robles en la secretaria de Desarrollo Social. En las demás carteras, todo parece indefinido, y sujeto a la evaluación de perfiles que se acumulan en la oficina del presidente electo. Incluso hay quienes podrían bajar y otros subirse en el gabinetazo.
Enrique Peña guarda con recelo las definiciones de su equipo de trabajo. Fiel a la tradición priísta, guardará hasta el último minuto los nombres de su gabinete. “No se hagan bolas”, parece ser el mensaje para quienes pretenden encontrar en el equipo de transición una lista definitiva del gabinete que representará el regreso del PRI a Los Pinos, luego de su defenestración electoral hace ya 12 años.
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Para Eruviel Ávila no debe ser muy halagador que hay alcaldes electos víctimas de atentados. El narco –que ya funge como un Estado paralelo- se asume como gobierno alterno: cobra impuestos mediante extorsiones; pretende imponer su ley y mandato por la pelea de la plaza; y estuvo cerca de quitarle la vida a un alcalde electo que salió ileso de milagro. ¿Y el gobierno?, bien gracias.
El Estado fallido a la vista de todos. Dependencias e instituciones que se modifican o se crean sin ton, ni son. Funcionarios que van y vienen. Y las cosas permanecen, todo sigue igual. El narco ataca porque sabe que la impunidad está vigente. Dos de cada 100 delincuentes son castigados. El resto, goza tan campante, mientras evoluciona en una cadena criminal sin límites. Esa es la realidad.
El sur del Estado de México sigue siendo el patio trasero. En total abandono, sólo se voltea la cara frente a la desgracia. Es atendido cuando se encienden “focos rojos”. La población vive atemorizada hace años. La infraestructura y los proyectos de urbanismo ahí no existen, no son rentables, y ni siquiera electoralmente la zona resulta atractiva para la acción clientelar del PRI, y de gobierno estatal.