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OFF THE RECORD

Fugazmente han transcurrido nueve meses del gobierno de Enrique Peña Nieto. El mexiquense entregó ayer su primer informe de gobierno ante el Congreso de la Unión. El panorama ha sido desalentador ya sea por una desaceleración económica o por una irrefrenable violencia. La estabilidad social podría estar sostenida con alfileres: manifestaciones de la CNTE, grupos de autodefensa prolíficos, partidos de oposición que se han comenzado a desmarcar, y un discurso que comienza a agotarse.

La protesta social se intensificará en los meses por venir: a la reforma educativa que se aprobó en la ley de evaluación docente esta madrugada, se suman los intentos de reforma energética y hacendaria. Las resistencias han permanecido por más de dos décadas. Nadie duda en la aprobación de las reformas, la incertidumbre está en la movilización hacia las calles. Muy pronto ha culminado la luna de miel del arranque del gobierno peñista.

El bono político del priísta no se extenderá más de dos años. En el fondo, la preocupación de Peña también ahonda muy anticipadamente en los comicios intermedios de 2015. Frente al descontento de sus reformas, el costo político se reflejará en las urnas. Adjudicarse como logros la aprobación legislativas de las reformas, tampoco es un buen síntoma, advierte la oposición.

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Otro corte de caja recae en el gobierno de Eruviel Ávila Villegas. El ecatepense está a 15 días de cumplir dos años de gobierno. Un tercio de mandato se ha escurrido entre las manos. Eruviel no es todo culpable de la situación que padece el Estado de México. Es heredero de una situación que se maquilló por las aspiraciones presidenciales de sus antecesores. Pero su impericia política le ha costado la detracción de los propios priístas.

Cierto es que Eruviel no ha hecho nada por mejorar el estado de cosas. Sigue concibiendo al gobierno, como un Estado benefactor que regala lentes, zapatos, útiles escolares, despensas y más. Un gobierno que compra muy caro, cobra en exceso y da precarios resultados. En el informe de Eruviel se espera una retahíla de un gobierno que administra la inercia y atiende la urgencia. No hay proyecto de Estado, ni de gobierno.

Eruviel gobierna para las clases bajas con sus dádivas. Y para la riqueza de los empresarios haciendo jugosos negocios. Entrampada se encuentra la clase media, destinada a desaparecer. Para ellos, Ávila no tiene respuestas, soluciones, acciones o planes. En el mapa electoral de Eruviel no existen. Y en el esquema de sus políticas públicas tampoco.